jueves, 5 de junio de 2008

VA LA INTERESANTE COLUMNA DEL DR. ORNELAS:

TENDAJÓN MIXTO

¡Viva México!



Jaime Ornelas

¿Para qué quiere la derecha llegar al gobierno?

La derecha quiere el gobierno para dos cosas, fundamentalmente: hacer negocios privados con los dineros públicos y, como ahora se sabe cada vez mejor, para usar los recursos fiscales, que deberían utilizarse para beneficio colectivo, de manera discrecional y facciosa en beneficio de la “salvación de su alma”.

Actúan sectariamente porque entregan recursos públicos de acuerdo a sus creencias y no a las necesidades sociales. Así, el gober piadoso de Jalisco obsequió 30 millones de pesos, que por supuesto no eran suyos sino de la sociedad, para construir la “Ruta del Peregrino” y 90 millones más destinados a la edificación del “Santuario de los Mártires”, dedicado a quienes dirigieron a los campesinos cristeros, esos que desorejaban y asesinaban a maestros por el sólo hecho de enseñar; pero para que ir tan lejos, el ex alcalde de Puebla, Enrique Doger, generoso como es con lo que no es suyo, “donó” a Cáritas, una pía organización estrechamente vinculada a la iglesia católica, artículos de oficina, equipo de cómputo y 160 vehículos, dicen los de Cáritas, “chatarra”. Todo el lote fue, posteriormente, vendido por la caritativa organización en 200 mil pesos a una empresa, que por cierto nadie quiere decir de quién es. Finalmente, un dato interesante: aunque reconocieron que había múltiples irregularidades, los regidores panistas aprobaron el proceso de entrega recepción del gobierno de Doger al de Blanca Alcalá.

En Veracruz, el presidente municipal del puerto, Jon Rementería Sempé –descendiente de españoles, dato no menor en estos aciagos tiempos de la reconquista–, también usa los recursos públicos para salvar su alma y quiere construir una gran cruz de concreto de 92 metros de altura en la bahía del puerto. Se calcula que la obra llegue a costar 230 millones de pesos; sin embargo, ya sabemos que nunca el costo calculado es el costo final, por alguna razón siempre esas obras, tan necesarias pues todas las colonias populares han resuelto ya sus problemas de infraestructura, multiplican su presupuesto inicial en beneficio de nunca se sabe bien quien.

Sobre el referéndum petrolero · El Fisgón

El Fisgón

Y nadie puede decir que todo eso lo hacen sólo los panistas. Nada de eso, si bien el jalisquillo gober piadoso es de origen yunquista, perdón panista, Doger y Jon, son priístas de pura cepa, defensores del Estado laico, de las instituciones republicanas y parte de los “gobiernos emanados de la Revolución.” ¿O no?

En que país puede ocurrir esto

En Cadereyta, un municipio cercano a Monterrey, Nuevo León, se ubica una de las pocas refinerías de Pemex en la República. Ahí, por supuesto, el control del sindicato petrolero es abrumador, inobjetable y definitivo, nada se puede hacer contra ese dominio avasallador.

Ahí mismo, en Cadereyta, el 17 de mayo del año pasado, esto es hace poco más de un año, en distintos sitios de la ciudad grupos armados de manera violenta “levantaron”, nada más ni nada menos, que a 38 trabajadores petroleros. Y todo ha transcurrido en un año como si nada hubiera pasado.

Uno de los desaparecidos, Hilario Vega, era el secretario general de la sección 49 del Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana. Ante tan “sentida desaparición”, simplemente la dirigencia nacional del sindicato decidió que se nombrara un secretario suplente para que la vida siguiera igual y todo siguió como si nada. Entre otros desparecidos se encuentra un ex presidente municipal de Cadereyta, un regidor y el resto son trabajadores en activo o jubilados de Pemex.

Los familiares de los desaparecidos, de los que nada se sabe hasta la fecha, son los únicos que se han atrevido a indagar, a demandar que se haga una investigación decente y a exigir que aparezcan vivos. Nadie más se ha hecho eco de esas demandas. Y las autoridades policiacas sólo pudieron farfullar alguna vez ante los familiares de los desaparecidos: “Esto no fue un secuestro” y al preguntárseles por qué hacían esa afirmación, respondieron muy orondos: “Porque nadie ha pedido rescate por ellos”. Hasta ahí han llegado sus sesudas investigaciones.

El caso es que nadie sabe nada y sigue el misterio ante el azoro de un país que contempla con espanto la guerra que “el gobierno va ganando” a la delincuencia organizada. Imagínese si la fuera perdiendo.

¿Sigue siendo delito organizarse para delinquir?

Si la respuesta es afirmativa, si es delito organizarse para planear y cometer tropelías, las autoridades deben indagar en el ambiente sindical oficial. Por ahí es casi seguro que encuentren sospechosos que a voz en cuello proclaman su asociación con fines delictivos.

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