Qué le dijo Noroña a Gómez Mont?
Publicado por Arturo Guerrero Guevaratercer desinforme|Noroña envía "recadito" a Calderón
Los asesores del Secretario de Gobernación dibujaron distintos escenarios:
- Que Gerardo Fernández Noroña se iba a tirar al piso para no dejar pasar al titular de la dependencia, Fernando Gómez Mont.
- Que iba a gritarle y a encararlo para frenarle el paso.
- Que iba extender una manta enorme con alguna consigna.
- Que quién sabe de dónde sacaría mucha gente para gritar y gritar.
Bueno, hasta pensaron que se podía encadenar a la puerta de cristal del edificio donde está el Salón Protocolo, sede de la entrega del Tercer Informe. Y allí, encadenado, impediría la entrega del documento. Lo pensaron en serio. Lo tenían visualizado. Algunos hasta aflojaron el saco por si había empujones.
Gómez Mont llegó 15 minutos antes de la cita. Venía vestido de oscuro con una corbata roja y una camisa blanca bien planchada. Era vigilado por un amplio dispositivo de seguridad, y a la entrada del edificio miró una valla de rejas negras vestidas de gala. Es decir, fierros negros ataviados con lienzos guindas debidamente amarrados con listones para disimular la dureza del enrejado que impedía el paso a periodistas, curiosos y todo el que no tuviera que ver con la formalidad de la ceremonia de entrega del Informe.
Noroña había probado ya el talante del Presidente de la Mesa Directiva, el jalisciense Francisco Ramírez Acuña, vestido como siempre de villano. Tras leerse el acuerdo según el cual el Informe sería recibido en un salón anexo y cuya encomienda de entrega tenía el Secretario de Gobernación, el silencio del recinto plenario fue interrumpido por la petición de palabra de Jaime Cárdenas, ex consejero del IFE, abogado, de los pocos que renunció a algunas prebendas legislativas -no a todas, todavía- y quien de pie solicitó a Ramírez Acuña poner a discusión y posteriormente a votación el acuerdo leído por la tabasqueña Georgina Trujillo.
Cárdenas se quejó de que dicho acuerdo no había sido debatido entre las bancadas. De inmediato, Ramírez Acuña explicó que justamente por ello se había dado lectura al documento, para que fuera de conocimiento del plenario, y pidió votar por desechar o aprobar la propuesta de Cárdenas. En ese momento, unos centímetros abajo, sentado en una de las curules de la vicepresidencia, Gerardo Fernández Noroña pidió la palabra con el índice en alto. Ramírez Acuña, en el mejor estilo de Piedradura, simuló no oírlo ni verlo. No lo peló, pues.
Urgió a la secretaria Trujillo acelerar la votación. Ante la insistencia del petista Fernández, el jalisciense le dijo: "Estamos en votación". Y continuó el procedimiento. Nerviosos, los ujieres de la Cámara gritaban desde los extremos a Trujillo que le apurara. Fernández Noroña seguía con el índice arriba y gritaba al Presidente de la Mesa: "¡Pido la palabra!"
Fue el primer encontronazo. Ramírez Acuña no sacó un tolete porque no lo tenía a la mano. Noroña no se tiró al piso porque lo hubieran pisado. Él a lo suyo: "¡pido la palabra!".
Fue entonces que el jalisciense dijo impávido, rudo, intolerante: "declaro un receso". Gerardo chasqueó y bajó del presídium para salir disparado al Salón Protocolo, la siguiente estación de su protesta.
Minutos después ahí se encontró con Francisco Ramírez y con el ahora Presidente del Senado y ex colega de partido, Carlos Navarrete, quien igualmente traía cara de 'yo ni lo conozco'. Gómez Mont entregó el Informe y Noroña, quien se coló entre los nervios del equipo de seguridad, dijo con inusitada serenidad al Secretario que no le habían dado la palabra en la sesión plenaria y que venía a manifestar su inconformidad con ese acto, el de entrega del Informe, porque le correspondía al Presidente de la República hacerlo. Lo que sucedía en ese momento, según su razonamiento, era una violación constitucional.
Luego le pidió, con la misma diligencia, que le dijera al Presidente Calderón que renunciara. "Exijo su renuncia", espetó. Gómez Mont no cambió el semblante. "Lo respeto pero no estoy de acuerdo", le dijo.
Había sorpresa de la solemnidad del reclamo. "No fue injurioso en sus gestos. Quizás en sus palabras. Pero reconozco que hubo respeto", comentó de salida el Secretario de Gobernación.
Fernández Noroña salió del Salón y se topó con cámaras, luces, grabadoras, preguntas, flashes, gritos, y serenamente repitió: "le dije al Secretario que se estaba violando el artículo 69 de la Constitución y sí, le pedí la renuncia de Calderón".
Según él, le mandó un recado al Presidente. Y el mensajero debía ser el Secretario de Gobernación. Seguro ya platicarán del tema, y Gómez Mont le dirá a su jefe: "le manda saludos Gerardo; y no, no se encadenó".
Gómez Mont llegó 15 minutos antes de la cita. Venía vestido de oscuro con una corbata roja y una camisa blanca bien planchada. Era vigilado por un amplio dispositivo de seguridad, y a la entrada del edificio miró una valla de rejas negras vestidas de gala. Es decir, fierros negros ataviados con lienzos guindas debidamente amarrados con listones para disimular la dureza del enrejado que impedía el paso a periodistas, curiosos y todo el que no tuviera que ver con la formalidad de la ceremonia de entrega del Informe.
Noroña había probado ya el talante del Presidente de la Mesa Directiva, el jalisciense Francisco Ramírez Acuña, vestido como siempre de villano. Tras leerse el acuerdo según el cual el Informe sería recibido en un salón anexo y cuya encomienda de entrega tenía el Secretario de Gobernación, el silencio del recinto plenario fue interrumpido por la petición de palabra de Jaime Cárdenas, ex consejero del IFE, abogado, de los pocos que renunció a algunas prebendas legislativas -no a todas, todavía- y quien de pie solicitó a Ramírez Acuña poner a discusión y posteriormente a votación el acuerdo leído por la tabasqueña Georgina Trujillo.
Cárdenas se quejó de que dicho acuerdo no había sido debatido entre las bancadas. De inmediato, Ramírez Acuña explicó que justamente por ello se había dado lectura al documento, para que fuera de conocimiento del plenario, y pidió votar por desechar o aprobar la propuesta de Cárdenas. En ese momento, unos centímetros abajo, sentado en una de las curules de la vicepresidencia, Gerardo Fernández Noroña pidió la palabra con el índice en alto. Ramírez Acuña, en el mejor estilo de Piedradura, simuló no oírlo ni verlo. No lo peló, pues.
Urgió a la secretaria Trujillo acelerar la votación. Ante la insistencia del petista Fernández, el jalisciense le dijo: "Estamos en votación". Y continuó el procedimiento. Nerviosos, los ujieres de la Cámara gritaban desde los extremos a Trujillo que le apurara. Fernández Noroña seguía con el índice arriba y gritaba al Presidente de la Mesa: "¡Pido la palabra!"
Fue el primer encontronazo. Ramírez Acuña no sacó un tolete porque no lo tenía a la mano. Noroña no se tiró al piso porque lo hubieran pisado. Él a lo suyo: "¡pido la palabra!".
Fue entonces que el jalisciense dijo impávido, rudo, intolerante: "declaro un receso". Gerardo chasqueó y bajó del presídium para salir disparado al Salón Protocolo, la siguiente estación de su protesta.
Minutos después ahí se encontró con Francisco Ramírez y con el ahora Presidente del Senado y ex colega de partido, Carlos Navarrete, quien igualmente traía cara de 'yo ni lo conozco'. Gómez Mont entregó el Informe y Noroña, quien se coló entre los nervios del equipo de seguridad, dijo con inusitada serenidad al Secretario que no le habían dado la palabra en la sesión plenaria y que venía a manifestar su inconformidad con ese acto, el de entrega del Informe, porque le correspondía al Presidente de la República hacerlo. Lo que sucedía en ese momento, según su razonamiento, era una violación constitucional.
Luego le pidió, con la misma diligencia, que le dijera al Presidente Calderón que renunciara. "Exijo su renuncia", espetó. Gómez Mont no cambió el semblante. "Lo respeto pero no estoy de acuerdo", le dijo.
Había sorpresa de la solemnidad del reclamo. "No fue injurioso en sus gestos. Quizás en sus palabras. Pero reconozco que hubo respeto", comentó de salida el Secretario de Gobernación.
Fernández Noroña salió del Salón y se topó con cámaras, luces, grabadoras, preguntas, flashes, gritos, y serenamente repitió: "le dije al Secretario que se estaba violando el artículo 69 de la Constitución y sí, le pedí la renuncia de Calderón".
Según él, le mandó un recado al Presidente. Y el mensajero debía ser el Secretario de Gobernación. Seguro ya platicarán del tema, y Gómez Mont le dirá a su jefe: "le manda saludos Gerardo; y no, no se encadenó".
No hay comentarios.:
Publicar un comentario