lunes, 13 de abril de 2009

Duplica los pasivos contratados en el primer bienio del sexenio anterior: SHCP y BdeM

Calderón elevó la deuda pública casi en un billón de pesos en 2 años

Entre 2006, cuando tomó posesión, y fines de 2008 el débito aumentó 28.7%

Cada mexicano debe más de $40 mil

Es la administración con mayor endeudamiento en ese lapso

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El presidente Felipe Calderón, durante su pasada visita a las oficinas centrales de British Petroleum en EscociaFoto Notimex
Susana González e Israel Rodríguez

Aun sin haber utilizado los 57 mil millones de dólares de las líneas de crédito del Fondo Monetario Internacional (FMI), de los bancos Mundial (BM) y del Interamericano de Desarrollo (BID), la administración del presidente Felipe Calderón incrementó la deuda pública en 968 mil 477 millones de pesos sólo en los dos primeros años de su gestión, monto que duplica a los pasivos contratados en el primer bienio del sexenio anterior.

Incluso equivale a 12 veces el endeudamiento contratado durante los dos primeros años del gobierno de Ernesto Zedillo, cuando el país enfrentó la crisis económica más severa de los últimos 60 años, revelan informes de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) y del Banco de México (BdeM).

Cuando Calderón Hinojosa tomó posesión como presidente en diciembre de 2006, la deuda pública total (interna, externa y contingente) sumaba 3 billones 364 mil 650 millones de pesos.

Al finalizar 2008 los pasivos públicos totales ascendieron a 4 billones 333 mil 123.5 millones de pesos, lo que implica un aumento de 28.7 por ciento en 24 meses, indica el Informe sobre la situación de las finanzas públicas al cuarto trimestre de 2008.

En contraste, su antecesor y correligionario panista, Vicente Fox, inició su gestión en 2000 con una deuda pública total de 2 billones 318 mil 200.1 millones de pesos. Un par de años después el endeudamiento aumentó 17.75 por ciento, equivalente a 411 mil 641.9 millones de pesos, para situar la deuda pública total en 2 billones 729 mil 842 millones de pesos al final de 2002.

Sin embargo, la diferencia es más acentuada si se compara con la que hasta hoy es considerada la peor crisis económica de la historia reciente del país.

En 1995, cuando empezó la última administración priísta encabezada por Ernesto Zedillo, los pasivos públicos totales sumaban 837 mil 213.7 millones de pesos. Dos años después, en 1997, el endeudamiento creció 9 por ciento, unos 76 mil 523.7 millones de pesos, para ubicarse en un total de 913 mil 737.4 millones de pesos.

Con la deuda pública actual cada uno de los 107 millones 551 mexicanos que conforman la población debe 40 mil 289 pesos, cuando al arrancar el sexenio de Felipe Calderón la deuda per cápita era de 32 mil 44 pesos. Es decir que aumentó 8 mil 245 pesos por mexicano o 25.7 por ciento en 24 meses.

La administración calderonista se ha erigido así en la que mayor endeudamiento ha registrado en los últimos 14 años durante su primer bienio, según consta en los registros históricos de la SHCP.

No obstante lo anterior, la deuda puede incrementarse todavía más si se utiliza la totalidad de los líneas de crédito anunciadas en las últimas semanas y que provienen de organismos financieros multilaterales.

Se trata de un total 57 mil millones de dólares, equivalentes a 761 mil 793.6 millones de pesos al tipo de cambio registrado el 8 de abril para pagar deuda externa, y que provendría de tres fuentes distintas. El FMI puso a disposición de México 47 mil millones de dólares, que se prevé serán aprobados por su junta de directores esta semana, mientras los restantes 10 mil millones serán proporcionados por el BM y el BID.

Los 30 mil millones de dólares a través de las líneas de intercambio o swaps, que puso a disposición la Reserva Federal del Tesoro de Estados Unidos (Fed, por sus siglas en inglés) no forman parte de la deuda pública, ya que se trata de un intercambio de dólares por pesos y viceversa con el Banco de México, que ayudarán a proporcionar liquidez a las empresas que lo necesiten pero con previa garantía.

Deuda externa crece 38%

Las estadísticas oficiales muestran que durante los ocho años que cumple el Partido Acción Nacional (PAN) de gobernar el país, la deuda externa se incrementó 307 mil 975 .9 millones de pesos, lo que implica un aumento de 38 por ciento.

En 2000 los pasivos externos sumaban 802 mil 418.6 millones de pesos, pero al finalizar 2008 el monto se elevó a un billón 110 mil 394.5 millones, pese a que la administración de Fox se dedicó hacer pagos adelantados para liquidar los débitos externos.


Encuesta-Helguera


Astillero

Réquiem

Excomulgar a torturadores

Narco: tocar lo económico y político

Julio Hernández López
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MISA EN CATEDRAL. México yace en medio de la muerte debido a que se ve asfixiado por la corrupción y la violencia, expresó ayer el cardenal Norberto Rivera Carrera en su mensaje de
Pascua Resurrección 2009, publicado por el semanario católico
Desde la fe. En el escrito, el prelado afirma que el país carga una pesada y dolorosa cruz a causa del narcotráficoFoto María Luisa Severiano






Jesucristo, vivido como negocio y privilegios, ha producido ejemplos de frivolidad y perversión, como son el obispo de Tlalnepantla, Carlos Aguiar Retes, quien llegó a la catedral de su nueva diócesis a bordo de un auto deportivo convertible (un BMW que, según eso, le había facilitado el gobierno municipal panista), o el pecaminosamente antológico de Ecatepec, el ex corredor de bolsa Onésimo Cepeda, o el cardenal Norberto Rivera, exculpado jurídicamente, mediante argucias procesales y tráfico de poder, de las acusaciones de proteger pederastas, o el ídolo de ciertos segmentos de las clases medias y altas conservadoras, Marcial Maciel, diaria e irreparablemente derruido. Se han citado sólo algunos ejemplos recientes de frivolidad y perversión que resultan notables, por su escándalo público, pues sabido es que a lo largo de su historia la Iglesia católica ha producido una larga lista de especímenes nefastos coronados con presunta autoridad administrativa espiritual, y que en estos mismos momentos, sin tanta difusión como en el caso de los altos jefes, hay muchos sacerdotes involucrados en asuntos de homosexualidad, abuso de menores, alcoholismo, fraudes y robos (el inenarrable Onésimo fue acusado en octubre de 2008 por presunto fraude procesal en un asunto de 130 millones de dólares relacionado con una colección de arte).

La gran mayoría de esos jefes de la Iglesia de culto mayoritario en el país viven a la sombra de los poderes terrenos, particularmente asociados a quienes ejercen los mandos políticos. Así sucede que, ante la desgracia nacional en curso, esas figuras religiosas prefieren mantenerse en silencio o expresarse tibiamente en relación con abusos, lesiones, asesinatos y constantes violaciones a los derechos humanos que cometen los policías de todo el país y, ahora, los militares habilitados como agentes federales. No siempre ha sido así, ni todos son así. El Viernes Santo de 1981, el obispo de Cuernavaca, Sergio Méndez Arceo, emitió un decreto para excomulgar a quienes directamente o por encargo, o pudiendo evitarlo y no lo hicieran, participaran en actos de tortura. Decía don Sergio que era sumamente grave la tortura tanto física, síquica, como moral, sobre todo cuando se hace con todos los agravantes, pues la hace la autoridad puesta para proteger y promover todo lo que contribuye a la vida y dignidad de los ciudadanos; se hace con la fuerza y los medios que el mismo pueblo proporciona para su seguridad y respeto, y constituye una violación y traición a la confianza depositada por el pueblo en sus autoridades...

Hoy, 28 años después, en un México diariamente teñido de sangre arbitrariamente derramada, en el que cada hora son torturados mexicanos principalmente pobres, no hay voz de autoridad alguna de la Iglesia católica que sea capaz cuando menos de enfrentar con el expediente de la excomunión a esas máquinas de ilegítima violencia institucionalizada. Los señores obispos y cardenales (su gran mayoría) andan más ocupados en asistir a fiestas y comelitonas, en hacer caravanas a los políticos de moda y en cerrar negocios y cuidarse las espaldas mediante la complicidad silenciosa.

Otra excepción a esa regla vergonzosa es el obispo de Saltillo, Raúl Vera, quien ayer emitió un mensaje de Pascua en el que habla del actual combate a los cárteles de las drogas y la urgencia de extenderlo a los ámbitos económico y político. Existen los instrumentos internacionales para desmontar una de las estructuras del crimen organizado que no están siendo tocadas en la guerra contra el narcotráfico, su poderosa estructura económica, señaló Vera. Luego mencionó que, dado que “la actuación de los cárteles en México ya está en el nivel de terrorismo”, es posible acogerse a puntos de la resolución 1373 del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, en los que se propone congelar sin dilación los fondos y demás activos financieros o recursos económicos de las personas que cometan, o intenten cometer, actos de terrorismo o participen en ellos o faciliten su comisión, de las entidades de propiedad o bajo el control directo o indirecto de ellas, y de personas y entidades que actúen en nombre o asociadas a aquéllas.

Por otra parte, el ex obispo coadjutor de San Cristóbal de las Casas advirtió: La otra estructura que permite actuar con mucho poder y desarrollarse en el alto grado que ha llegado a tener en el país es el apoyo que recibe desde los círculos políticos. Para desmontar esto no existe otro camino que el trabajo de inteligencia que lleve a detectar a las personas que desde dentro de las estructuras del Estado mexicano están contribuyendo a la destrucción de México con su apoyo cómplice al narcotráfico. Se debe proceder a la destitución y a juzgarlas conforme a los crímenes que han estado cometiendo. La solución de los problemas actuales no está en que “metan a la cárcel a unos cuantos miembros de los brazos armados del narcotráfico o en la caída de algunas cabezas de los cárteles”, pues si continúan con todo su dinero y cobijados en el poder de varios políticos seguirá creciendo su poder hasta que lleguemos a ver a México, en muy corto plazo, en la condición de Estado fallido, pues el crecimiento de la violencia que provoca el crimen organizado es exponencial. Que así no sea....

Astillas

¿Qué hizo la administración calderonista después de que fue denunciado el intento de soborno electoral con fondos de la Lotería Nacional en Campeche? Aparte de sacar del escenario al director de esa caja chica, Miguel Ángel Jiménez (con la intención de que todo quede pronto en el olvido y la impunidad), redoblar significativamente su presencia en aquella entidad que le desea escriturar a la familia Mouriño. Insólitamente, en nueve días estuvieron allí los secretarios de Desarrollo Social y de Agricultura, expresamente ligados al clientelismo electoral, y el propio Felipe Calderón, quien ante los hechos denunciados por el Diario de Yucatán solamente ofreció el silencio y ciertas evasivas presuntamente humorísticas... ¡Hasta mañana!


El judas del cambio-Rocha

Total fracaso económico y social entre 2000 y 2006, dicen diputados

El foxista, sexenio perdido en materia de crecimiento

Informe sobre Cuenta Pública destaca la incapacidad del guanajuatense

Enrique Méndez

El total fracaso económico y social del gobierno de Vicente Fox Quesada se explica no sólo por la incapacidad del guanajuatense y de su equipo para planear el desarrollo del país, sino porque dilapidó la renta petrolera de seis años en gasto corriente y servicios personales, rubro que pasó de 778 mil 200 millones de pesos a un billón 345 mil 900 millones entre el inicio y el fin de su mandato, concluyó la Comisión de Presupuesto en su informe de las cuentas públicas del primer gobierno del Partido Acción Nacional (PAN).

En el documento, que se prevé sea discutido en el pleno, a pesar de la oposición del blanquiazul, los legisladores indican que Fox Quesada desaprovechó la década de mayor crecimiento impulsada por las principales economías del mundo, y cuestionan que privilegió los altos salarios de los funcionarios públicos a la inversión en capital.

Las cuentas públicas de los seis años de gobierno de Vicente Fox aún no han sido votadas por el pleno de la Cámara de Diputados, debido a los obstáculos que ha presentado el PAN desde la 59 Legislatura, y más recientemente por las constantes faltas de asistencia del presidente de la comisión, Raúl Padilla.

Las conclusiones del sexenio foxista no son positivas, especialmente por el derroche de recursos para la nueva clase política del PAN. Así, por ejemplo, se señala que si bien hubo un recorte de personal en distintas áreas del gobierno federal, y que por ejemplo en el sector energético las nuevas plazas sólo se incrementaron en 16.9 por ciento a lo largo de su administración, las remuneraciones a los nuevos funcionarios crecieron 43.2 por ciento.

La administración federal 2000-2006, agrega el documento, estuvo mal planeada desde su arranque. Expresa que mientras los criterios generales de política económica para el último año de gobierno de Ernesto Zedillo consideraron un crecimiento de 4.5 por ciento del PIB, Fox prometió que ese indicador sería de 7 por ciento al cierre de su primer año de gobierno.

Asimismo, una gráfica sobre el crecimiento económico de esos seis años ubica un desplome de la economía entre 2000 y 2001, así como un ligero repunte a partir de 2002 y un cierre de 3 por ciento, muy lejos de la oferta de campaña de Fox.

También señala que si bien para 2006 el balance presupuestario fue positivo, de más 0.4 por ciento, equivalente a 9 mil 109.6 millones de pesos, los primeros cinco años fueron deficitarios, lo que para efectos de crecimiento económico expresa un déficit promedio de menos 2.27 por ciento. Esto es, define, se considera un sexenio perdido en términos de crecimiento y desarrollo económico.

Losos ingresos también modificaron su perfil. De ser 70 por ciento los tributarios y 30 los no tributarios en 2001, ambos indicadores pasaron a casi 58 y 42 por ciento, respectivamente, para el fin del gobierno. Si bien uno de los factores que incidieron en ello fue una caída crítica de los ingresos en el año 2002, en especial los obtenidos por hidrocarburos, que se redujeron más de 25 por ciento, la modificación en el tipo de ingresos no varió.

Respecto del análisis del gasto, a lo largo de la administración de Fox se mantuvo en una proporción de 65 por ciento y 35 por ciento entre el gasto programable y el no programable. Esto indica, señala el documento, que 35 por ciento del gasto fue improductivo, con las consiguientes consecuencias en el crecimiento económico, empleo, ingreso per cápita y combate a la pobreza, y que (Fox) destinó más de un tercio de los recursos en gasto corriente, en servicios personales y en materiales y suministros.

Inclusive, de manera sostenida la Secretaría de Hacienda autorizó constantes incrementos al gasto corriente, y se precisa que los ramos y entidades que mayores variaciones presentaron entre el presupuesto ejercido y el autorizado por la Cámara de Diputados en gasto corriente fueron las secretarías de Energía, Educación Pública, Medio Ambiente y Comunicaciones y Transportes, así como Petróleos Mexicanos, la Comisión Federal de Electricidad y el Instituto Mexicano del Seguro Social, además de la propia Hacienda.

Advierte que si bien a nivel general existió una política de reducción de personal, ésta fue aparente, dado que en algunos sectores hubo un crecimiento excesivo, así como de remuneraciones, lo cual dejó ver claramente una falta de racionalidad, disciplina presupuestal, de control de gasto corriente y, por tanto, una estrategia financiera errática.



Con los de casa-Hernández

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La conspiración de los negros
Hermann Bellinghausen

Eran tardes de rock. Siempre a punto de llover. Un cielo con ganas. Los aguaceros de entonces me arrojaban al refugio bajo techo de la casa de ustedes y el qué-bonito-es-ver-llover-y-no-mojarse. Ecuación por plantearse, la pubertad aún no acechaba. Una vaga noción de que en el principio fue Elvis me había permitido trascender las traduccioners pueriles de los Teen Tops, los Rebeldes del Rock y los Locos del Ritmo. Y sepa cómo, pues no alcanzaba poder adquisitivo alguno, llegó a mis manos un long play de discos Musart que se llamaba, nada más, Vol. 5, y en la portada (que era grande, cuadrada, de cartón) cuatro tipos de pelo espeso, con abrigos y bufandas color negro, miraban serios. Existencialistas, dictaminó el Movimiento Familiar Cristiano, en el cual militaba la jefatura.

Un disco altamente improbable en una casa como la mía ca. 1965. El rocanrol venía del demonio. Confirmado. Ya tres años atrás me habían prohibido la escuela y mis jefes –asociación civil– volver a cantar: “una noche fui por ti/ sin pensar/ lo que me iba/ a suceder/ al llegar/ tras de tu ventana/ dos/ siluetas distinguí/ en la oscuridad…” Se trataba de una conspiración de los negros para envenenar la decencia occidental. Tras Johnny Laboriel como prueba, palpitaba la versión de que existía Chuck Berry y que lo habían metido a la cárcel. Ni siquiera Elvis Pelvis pasaba el cernidor. Olvídense de los Beatles.

Aquel plato negro de 33 revoluciones por minuto le contenía: Rock’n Roll Music, 8 Days a Week, Kansas City, No Reply. Simple rocanrol. Maravillosamente. Y una sorpresa iniciática: la desgarrada voz de John Lennon en Mister Moonlight. Por entonces no decía mucho el nombre del autor, Robert Johnson, músico negro, malogrado en el cruce de la luz con el diablo.

¿Y éstos?, me dije. Melenudos para la época, aunque ni tanto para como se pusieron luego las melenas, sonaban súperbien. Y si apantallaban con maletas vacías como percusión, lo impactante fueron sus voces: los años siguientes, millones de niños y jóvenes nos acostumbraríamos a ellas, una por una y las cuatro juntas, a sus mitos y biografías. John todavía no era el icono que hasta hoy tanto se admira, ni los otros eran lo que serían. Se les conocía por su nombre de pila. Los muchachos de Liverpool.

Estaba a punto de ocurrir una revolución en la música que le volaría los sesos a todo joven que estuviera escuchando. Los Rolling Stones harían Ruby Tuesday, los Beatles Revolver, Bob Dylan Like a Rolling Stone, y se soltarían los Who y los otros. Que si Jefferson, que si Dead, Fish o Velvet.

Lo que del 62 en adelante venían rumiando esos muchachos hizo erupción en 1966. Hoy se sabe que en 1967 se inició el cambio más importante y revolucionario en la historia de la música popular, y por supuesto del rock, que todavía no se institucionalizaba. El ciclo cerraría en el fantástico (para la música) 1969, al borde de la primera gran depresión de la esperanza revolucionaria que saltó en astillas en 1970 y arrastró al rock como hasta entonces lo habíamos conocido.

El escueto Vol. 5, que hacia mis 11 cayó de roperazo proveniente de unos tíos cosmopolitas que lo mismo les daba, pudo caer de cualquier otra manera. El rock se volvía inevitable para quien creciera en ciudades colonizadas como la nuestra, o en las metrópolis.

La presencia negra no resultaba tan obvia en aquel soundtrack de nuestras vidas (como lo llamó hace poco José Agustín, a la sazón maestro de ceremonias de mi generación imberbe). La primera línea la ocupaban puros blancos, ingleses y gabachos, mas las buenas conciencias de la época sabían que se trataba de una conspiración de negros para pervertirnos. Coincidió el arribo de las drogas al imaginario, por un lado de los chavos y por el otro de las familias. Su uso se asociaba, con cierto fundamento, a esa música infernal y promiscua. El conjunto de factores confirmaría las peores sospechas de la generación precedente.

Justo antes de que sucedieran y se soñaran los muchos 68, conocimos a Jim Morrison llamando a la acción con las puertas abiertas. Los Beatles se la sacaban con Sgt. Pepper’s, los Stones con Their Satanic, y ya venían Pink Floyd, Procol Harum, Traffic, Cream, Jimi Hendrix Experience. La inocente ola inglesa quedó en prehistoria.

El rock no volvería a sonar como Vol. 5 (y Out of our Heads, de los Stones) hasta después de que los punks aprendieran a tocar (y les tomó tiempo). Cuerdas desnudas y voces crudas de esos sujetos que en las tardes de lluvia del 65 iniciaron el cumplimiento de su misión. La conspiración me había alcanzado.


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