martes, 30 de marzo de 2010

El sindicato recibe 2% de cada contrato que se firma, asegura

La CFE corrompe al SUTERM para lograr la privatización: Martín Esparza
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Martín Esparza Flores y Humberto Montes de Oca ofrecieron una conferencia de prensa en las instalaciones del Sindicato Mexicano de Electricistas para difundir pruebas de que la Comisión Federal de Electricidad entrega dinero al SUTERM para que sea cómplice de la privatización del sectorFoto María Luisa Severiano
Patricia Muñoz Ríos
Periódico La Jornada
Martes 30 de marzo de 2010, p. 10

La Comisión Federal de Electricidad (CFE) entrega al Sindicato Único de Trabajadores Electricistas de la República Mexicana (SUTERM), que dirige Víctor Fuentes del Villar, montos equivalentes a 2 por ciento de cada contrato que firma con las empresas contratistas, con la finalidad de que deje operar a estas compañías y se fomente la privatización.

Se trata de una compensación monetaria a ese sindicato por aceptar la privatización del sector eléctrico en el país, denunció el líder del Sindicato Mexicano de Electricistas (SME), Martín Esparza Flores. En conferencia de prensa ofrecida en la sede del SME planteó que el actual secretario general del SUTERM, Víctor Fuentes, acepta la cantidad de 2 por ciento sobre el monto de cada obra, así como 2 por ciento del costo de los 773 permisos otorgados a las empresas trasnacionales para la generación de energía eléctrica, siendo cómplice de la privatización, junto con el director general de la CFE, Alfredo Elías Ayub.

Esparza dijo que de esta acción fue informado por el anterior subsecretario de Gobernación Gerónimo Gutiérrez, quien incluso señaló que la entrega de estos recursos no está admitidos en el contrato colectivo de trabajo y se brinda de manera directa al sindicato. Pero sobre todo, le dijo que se puede legalizar el contratismo.

El dirigente dio a conocer ayer fotografías con las que quiere demostrar que una de las instalaciones donde están las secciones 57, 123 y 186 del SUTERM en el estado de Hidalgo, ubicadas en la colonia Montecillo, en Tula, se ha convertido en el centro de operación de empresas contratistas y tienen ahí un amplio parque vehicular de camionetas que pertenecían a Luz y Fuerza del Centro (LFC).

Además de las camionetas, también hay material y equipo de LFC, según sostuvo.

Calificó de esquirolaje lo que está haciendo el SUTERM y dijo que este sindicato está permitiendo el robo de la materia de trabajo del SME; además de que está vigente el convenio de delimitación de zonas firmado desde 1985 entre la CFE y LFC. Responsabilizó al secretario del Trabajo, Javier Lozano, de las confrontaciones entre los grupos de trabajadores de ambos gremios, por la defensa de la materia de trabajo.

En su opinión, la serie de violaciones laborales cometidas por el gobierno contra los trabajadores de LFC, no tienen otra motivación que los intereses económicos de grupos empresariales sobre las áreas de distribución y comercialización del servicio de energía eléctrica, de la fibra óptica y del power light comunication en el centro del país.

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No acabar con la droga
Fisgón

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Morir en el Tec
Javier Flores

En una nota fechada el 19 de marzo de 2010 por la agencia Notimex, se señala: Elementos del Ejército se enfrentaron esta madrugada a balazos con un grupo de personas armadas en las inmediaciones del campus del Tecnológico de Monterrey, con saldo de dos delincuentes muertos.

Cinco días después, una de las víctimas, Javier Francisco Arredondo Verdugo, de apenas 24 años, recibía un homenaje de cuerpo presente en el patio de la modesta escuela secundaria Educadores de Baja California, en el poblado de Todos Santos, en esa entidad, en la que había estudiado 10 años atrás. Después, el féretro fue trasladado al cementerio municipal. De acuerdo con la nota de Paula Montero, reportera del diario Tribuna, de Los Cabos, el padre del estudiante asesinado, el señor Javier Arredondo, agradeció a quienes lo acompañaban a él y a su familia en el dolor más grande de su vida y se disculpó por la ausencia de su esposa, la señora Aidé Verdugo, quien no pudo acudir al cementerio por sentirse muy mal.

El dolor fue compartido en Coahuila por los padres de Jorge Antonio Mercado Alonso, otra de las víctimas de la balacera en el Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM). Jorge, de 23 años, fue sepultado en el panteón Santo Cristo, en Saltillo, ciudad en la que había realizado sus estudios antes de trasladarse a Nuevo León para cursar la maestría. De acuerdo con la nota de Paola A. Praga, del rotativo Zócalo Saltillo, su madre, la señora Rosa Elvia Alonso, agradeció a Jorge y a Dios los 23 años de vida que le regalaron.

Antes de la tragedia que les arrebató la vida y enlutó a sus familias, los dos jóvenes coincidieron en Saltillo, en el Instituto Tecnológico de esa entidad –institución pública cuyo lema es La técnica por la grandeza de México–, en la que ambos realizaron la carrera de ingeniería mecatrónica, disciplina en la que se combinan la mecánica, la electrónica y la informática. Los dos fueron estudiantes sobresalientes, al grado de que a Javier Francisco se le otorgó un reconocimiento especial en 2008 por haber logrado el mejor promedio de su generación.

Al concluir sus estudios en Saltillo, buscaron emigrar para ensanchar sus horizontes profesionales. Así llegaron por separado a Nuevo León, atraídos por el prestigio del ITESM. Como los costos de una institución privada son elevados, lograron llenar los requisitos para obtener una beca de excelencia, que cubre 95 por ciento de los gastos del posgrado. De esta manera Jorge ingresó a la maestría en sistemas de manufacturas que antes de su muerte estaba por concluir, mientras Javier Francisco apenas comenzaba el doctorado en Ciencias de la Ingeniería.

Jorge formaba parte de un grupo de investigación en el Tec que venía trabajando en un proyecto muy interesante para el desarrollo de un vehículo híbrido, un prototipo de automóvil movido por energía solar como alternativa para el remplazo de los autos de gasolina. Por su parte, Javier Francisco estaba en la etapa de definición de su proyecto de doctorado, que se ubicaba en el campo de las manufacturas robotizadas, una de las áreas más promisorias para incrementar el valor agregado en la producción industrial.

Además de las actividades en el laboratorio, el trabajo en la biblioteca es una parte esencial en los estudios de posgrado. La noche del miércoles 18 de marzo su estancia en las instalaciones bibliotecarias se prolongó hasta la madrugada del jueves. Al salir y dirigirse a sus habitaciones, dentro del propio campus universitario, fueron sorprendidos por ráfagas de metralla, y así los sueños de dos jóvenes tecnólogos mexicanos murieron con ellos, produciendo un dolor inimaginable en sus familias y el pesar e incertidumbre en sus compañeros y amigos en el ITESM y en todos los mexicanos.

Jorge Antonio y Javier Francisco fueron vilmente asesinados. Las balas que acabaron con sus vidas presumiblemente provinieron de las armas del Ejército Mexicano. Sus cuerpos fueron levantados y maltratados al grado de dejarlos casi irreconocibles. Sus pertenencias desaparecieron y se pretendió adjudicarles una identidad distinta, la de delincuentes armados, como se asentó en las primeras notas informativas… En honor a ellos y a sus familias es necesario limpiar sus nombres.

El asesinato de estos estudiantes ha indignado sin distinción a las comunidades de las universidades tanto públicas como privadas. Son víctimas de la guerra absurda que libra el gobierno contra el narcotráfico y que seguirá cobrando vidas inocentes si los mexicanos no logramos detenerla.

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Buenos resultados
Hernández

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Sonido y furia
Pedro Miguel
No hablen mal de México, pide Felipe Calderón a sus desgobernados, como si éstos tuvieran por afición principal denostar al país en el extranjero y en el propio territorio nacional; como si hubiera una consigna generalizada de negar el carácter solidario, laborioso, generoso y cívico de esta población; como si tuviéramos por norma criticar los rasgos distintivos del país al que pertenecemos. No: en México confluyen, en proporciones similares a las de cualquier otra nación, tendencias chovinistas e inclinaciones malinchistas, y en medio de ellas hay un vasto entorno de realismo sensato y equilibrado.

Lo que Calderón pide entre líneas es que no se hable de la espantosa violencia que su desgobierno ha provocado, de la brutalidad de una crisis económica que habría podido ser atenuada mediante acciones oportunas y previsoras, de la colosal corrupción en que naufragan las instituciones públicas, de la desigualdad exponenciada desde las oficinas públicas, del esplendor de los poderes fácticos –que son los reales representados por el calderonato– y de las pulsiones policiales, autoritarias y represivas de una administración cercada en su propia ilegitimidad. Reducido a su implicación última, el significado del exhorto es no hablen mal de mí. Y qué corolario inevitable: en la psique calderónica ha fraguado algo más desproporcionado que el delirio de Luis XIV, quien gobernó bajo la divisa El Estado soy yo. Vayamos más lejos, total, qué tanto es tantito: El país soy yo.

No es la única proyección notable en las declaraciones de los últimos días. El único dueño de la ciudad, o el único dueño del pueblo, es el Estado mexicano, exclamó la semana pasada en uno de esos encuentros de escenografía, en alusión a que los criminales se han adueñado de muchas localidades. Que a nadie se le ocurra hablar del principio del Municipio Libre enunciado en el artículo 115 de la Constitución, y menos aún colocar en su orientación correcta una frase que está de cabeza, porque, en lógica republicana, el único dueño del Estado mexicano (si es que cabe hablar de propiedad) es el pueblo.

Siguen las perlas: la bola de maleantes, que son una ridícula minoría montada sobre el miedo, la corrupción o la cobardía, expresión que recuerda –es una mera asociación libre de ideas– al grupo oligárquico de empresarios, políticos y dueños de medios informativos que pusieron en la presidencia al propio Calderón, con la candorosa creencia de que éste les garantizaría el orden de la mano firme para que, en santa paz, pudieran llevar a cabo sus tareas de depredación. Y miren nada más.

La del domingo era, hasta ayer, insuperable: “Déjeme decirle –le dijo a un corresponsal de CNN sin que éste se lo impidiera–: acabar con las drogas es imposible”. Y ante una conclusión tan descorazonadora, no queda más remedio que hacer cumplir a rajatabla con un par de artículos del Código Penal, con el inconveniente de que, en ese empeño, se está violentando en forma masiva muchos más preceptos de ese mismo código y numerosos artículos de la Carta Magna.

Mientras el administrador de los intereses oligárquicos busca nuevas formas para complicar su propio extravío, el paroxismo de las violencias –no es una sino tres, o bien son más, pero ya ni sabemos cuántas– sigue cobrando vidas. Lo bueno es que, como dice Calderón, “el 90 por ciento de esos homicidios tan violentos tiene que ver con la lucha entre los cárteles”, o sea que no hay bronca y que nadie se preocupe.

¿Quién o qué puede sacar a la sociedad de esta pesadilla? –A estas alturas, ni los cascos azules. Sólo la propia sociedad, organizada, puede poner fin a la sangrienta insensatez. En Ciudad Juárez ya despunta. Como está visto, fuera de la movilización social cívica y pacífica no hay más que sonido y furia.

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