domingo, 21 de febrero de 2010

MUSICA, ROCK Y REBELDIA EN APOYO AL SME HOY DOMINGO:

La banda RADIO REBELDE ROCK invita a la ciudadanía poblana a asistir al Zocalo de Puebla a escuchar música en apoyo al SINDICATO MEXICANO DE ELECTRICISTAS, además a llevar apoyo económico o bien despensas:

A PARTIR DE LAS 12:00 HRS.

♫♪SI REGRESARA PANCHO VILLA,
LO VOLVERÍAN A MATAR,
♫♪

♫♪SI REGRESARA VICTOR JARA,
LAS MANOS LE VOLVÍAN A QUITAR,
♫♪

♫♪SI REGRESARA ESTE EMILIANO,
ÉL DIRÍA: ¿POR ESTO LUCHÉ?
♫♪

♫♪Y CUANTO SUMISO, CUANTO CABRÓN,
QUÉ CONFORMES ANTE EL BURGUÉS!!
♫♪
VA VIDEO:



♫♪SÍ PANCHO, YA ESTAMOS AQUÍ¡
CANSADOS DE TANTAS MENTIRAS,
GUERRA, MUERTE, UNA VIDA INFELIZ!!
♫♪

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Carta de AMLO a Evo Morales
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Escárcega, Campeche, 20 de febrero de 2010.

Evo Morales Ayma, Presidente Constitucional del Estado Plurinacional de Bolivia, presente.

Respetado Presidente Evo Morales:

Mi escrito tiene el propósito de ofrecerle una sincera disculpa por no poder acompañarlo en el encuentro que tendrá con el extraordinario pueblo de la capital de nuestra República.

Como seguramente usted sabe, a raíz del fraude electoral de 2006, muchos mexicanos decidimos continuar luchando, desde abajo y con la gente, hasta lograr la transformación que necesita la vida pública de nuestro país.

Con este propósito, desde hace más de tres años, nos hemos dedicado a visitar los pueblos de México para recoger los sentimientos de la gente y no permitir que se apague la llama de la esperanza. En las actuales circunstancias, creemos que lo más importante es trabajar en la organización y concientización del pueblo para derrotar a la oligarquía de manera pacífica; instaurar una auténtica democracia y construir una República más justa, más humana y más igualitaria.

Por esta razón, en esos días me encontraré de gira en la península de Yucatán, cumpliendo compromisos contraídos con anterioridad.

Sin embargo, no puedo dejar de manifestarle mi profundo respeto por la forma en que usted ha sabido representar al noble, consciente y progresista pueblo de Bolivia; usted ha actuado con lealtad a sus convicciones y a su gente. Con su gobierno han sido tomados en cuenta, como nunca en la historia, los bolivianos más humildes, los indígenas y los desposeídos.

También es admirable la forma en que ha encabezado la defensa de los recursos naturales de su país, poniendo por delante la dignidad, el interés general y la soberanía de su patria.

Esto, en esencia, es el motivo principal de nuestra lucha, desde luego, con las características propias de nuestra historia, cultura y factores geopolíticos. Aunque, en toda nuestra América, como soñó el gran poeta de mi tierra, estamos en la aurora de los pueblos que quieren ser un solo pueblo.

Le deseo una buena estancia en nuestro país y le envío un fraternal saludo.

Andrés Manuel López Obrador, presidente legítimo de México.

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Entre las innumerables razones del enojo social, el historiador mencionó la crisis del PRD

Gilly escribió Historias clandestinas con la rabia de un país trágico

Dijo que los dirigentes de izquierda prefieren discutir impuestos, candidaturas y alianzas

El articulista de este diario presentó su libro en la feria de Minería acompañado por El Fisgón

Foto
Adolfo Gilly aclaró que no hablaba de acabar con los partidos de izquierda, sino de que éstos participaran con el pueblo desde abajo. En la imagen, el autor acompañado por el investigador Armando Bartra (a la derecha)Foto María Luisa Severiano
Arturo Jiménez
Periódico La Jornada
Domingo 21 de febrero de 2010, p. 2

Durante la presentación de su libro Historias clandestinas (La Jornada Ediciones), compilación de textos en los que emerge la visión de los oprimidos, el historiador Adolfo Gilly fue directo y puso el dedo en la llaga: Estamos en un país trágico, que sale periódicamente hacia afuera, a flote, y en un país trágico hay que tener mucha rabia, mucha ira.

Gilly, quien al lado de Rafael Barajas, El Fisgón, y del investigador Armando Bartra, fue el último en intervenir en la Antigua Capilla, durante la feria editorial de Minería, mencionó algunas razones que han acrecentado ese enojo de los movimientos sociales independientes del presente desde hace al menos 20 años.

Las razones mencionadas fueron, entre otras: el fraude electoral de 1988, el asesinato de cientos de perredistas durante el salinato, el no cumplimiento de los Acuerdos de San Andrés, el nuevo fraude de 2006, la represión a los movimientos de Atenco y de la APPO, la tragedia en la mina Pasta de Conchos, la declaración de ilegalidad de la huelga en Cananea, las mujeres y jóvenes asesinados en Ciudad Juárez, además de la creciente crisis en el PRD, del que hizo una crítica, porque en ese partido están ahora quienes antes se oponían a los intereses ciudadanos.

“Han pasado 20 años de desastre desde entonces (1988); había poca rabia en aquellos tiempos. Conozco la rabia y he vivido la rabia con mucha gente, la viví en Cuba, en Bolivia, y la vivo ahora. Había esperanza, y por acá salíamos: robaron la elección, defraudaron los Acuerdos de San Andrés, firmaron lo que no pensaban cumplir.

Alguno de los que andaban ahí está hoy en el PRD: se llama Arturo Núñez. Otro de los que teníamos enfrente en el 88 y nos amenazaba, no era cuento, era Manuel Camacho, cuando estaba con Salinas. Están dirigiendo la oposición, esos son. ¿Y qué quieren, que no tenga rabia, que yo espere, que me hagan creer que esa gente va a dirigir algo? ¿Voy a tener yo esperanza en ellos?

Consideró que los dirigentes de izquierda prefieren discutir políticas públicas, impuestos, candidaturas, alianzas electorales, y que se puede hacer por el pueblo, pero no cómo se organiza el pueblo en torno a sus problemas.

Gilly aclaró que no hablaba de acabar con los partidos de izquierda, sino de la necesidad de participar en la organización del pueblo, desde abajo, para la defensa real de sus intereses. Al final, invitó a leer sus Historias clandestinas con rabia.

Antes de Gilly intervino el caricaturista Rafael Barajas El Fisgón, quien dijo que el historiador era un tanto injusto con el término esperanza y que difería un tanto de él cuando afirma que los actuales eran tiempos de la ira y de la rabia y no de la esperanza, pues ésta invita a esperar y aquellas, a organizarse.

Barajas recordó que en 1988, al calor del neocardenismo, Gilly escribió, ilusionado, sobre el retorno de la esperanza.

El monero de La Jornada agregó que el neoliberalismo tiene como uno de sus mecanismos de control, precisamente, infundir desámino y desesperanza. La esperanza, agregó, “es fundamental para el pleito que estamos viviendo, y estas Historias clandestinas, al final de cuentas, están llenas de ella”.

El Fisgón, por otra parte, dijo que en México hay un abaratamiento del debate teórico, e hizo una crítica a los planteamientos que en la actualidad promueven escritores como Héctor Aguilar Camín y Jorge G. Castañeda, como lo hacen en su libro Un futuro para México.

Ante la crisis generalizada del país, agregó Barajas, a ellos sólo se les ocurren planteamientos como fortalecer el presidencialismo, abrir Petróleos Mexicanos a la inversión extranjera, acabar con el sindicalismo y cuestionar lo que llaman soberanismo defensivo.

Pero sus propuestas, abundó, son de una pobreza intelectual impresionante, y sólo generarían mayor sufrimiento y dolor en beneficio de los mariscales del libre comercio.

En cambio, dijo El Fisgón, en el libro de Gilly, y en otros, puede encontrarse mayor riqueza de tesis y propuestas que en el conjunto de los planteamientos de los intelectuales del neoliberalismo, además de honestidad intelectual que éstos jamás tendrán.

El investigador Armando Bartra dijo que Historias clandestinas es un archipiélago de historias, y que la verdadera materia de la historia son precisamente esas islas bajo las cuales hay un continente.

Dijo que el de Gilly es un texto discontinuo, hecho de fragmentos, pero esto no es carencia ni insuficiencia, sino, por el contrario, está bastante integrado, no es dispersión. El carácter fragmentario se debe a que así es la historia desde abajo y desde la rebeldía.

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Bolivia: tres revoluciones
Guillermo Almeyra
https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjGWUJCxci41KjKtyILE3lT5y021EQmdGLPvh7HHkXZHqu_GrS-BTgVWHrR4cObvrKXtpAkOZeaKaZ7APPL_71T8a1rnazhdmy4GDdQAJEgWBhijg0xe1vnCqcYp2Lku1UK-Vf4cWZdFZ8/s400/ademmar.jpg

Bolivia está llevando a cabo tres revoluciones simultáneas: una, democrática, descolonizadora, modernizadora; otra, cultural, eliminadora del atraso y la barbarie impuestos por el pasado de explotación y sumisión, y la tercera, social, de contenido anticapitalista objetivo. Evo Morales y su gobierno conducen las dos primeras con gran vigor y decisión, pero las formas y el contenido de la tercera están todavía indefinidos.

Dos casos recientes ilustran las dificultades que derivan del pasado. El primero es del intelectual aymara y ex ministro Félix Patzi, hasta hace poco candidato nada menos que a gobernador de La Paz y que acaba de pasar a la oposición y de intentar formar su propio partido campesino sobre bases racistas (habla de que los ministros blancos lo persiguen). El otro es el de la negativa del Estado Mayor de las fuerzas armadas a proporcionar a la justicia los documentos sobre la dictadura y las desapariciones y torturas. Analicémoslos un poco.

El gobierno, por la vía legal, había declarado que conducir en estado de ebriedad constituía un delito punible con cárcel, como en cualquier país civilizado. El sindicato de choferes de autobuses declaró un paro de 48 horas para revocar esa medida, defendiendo obviamente el derecho a conducir borracho y, además, Patzi fue pillado conduciendo alcoholizado y Evo Morales, de inmediato, así como el MAS, su partido, lo eliminaron automáticamente como candidato a gobernador de la principal ciudad boliviana, a pesar de su popularidad y su apoyo organizado.

Patzi, para colmo, primero mintió al tratar de explicar su borrachera pues dijo que venía de un inexistente velorio de una prima. O sea, opuso los usos y costumbres (en los velorios todos beben) a la ley estatal y, después, para colmo, se fue a su zona natal para que su comunidad le aplicase un castigo (hacer mil ladrillos de adobe en tres días). La imposibilidad material de cumplirlo en ese corto lapso (reducido además por entrevistas y reuniones) constituía por sí misma otra mentira evidente y, una vez más, un intento de oponer los usos y costumbres a la ley estatal (aunque, desde el punto de vista de aquéllos, correspondía que el castigo fuese establecido por la comunidad donde había cometido el delito, y no por su comunidad originaria).

La ley de la República fue violada en nombre de la incorporación de los usos y costumbres a la Constitución pero pisoteando al mismo tiempo el precepto indígena oficial de no mentir, aprovechando que en Bolivia, como en muchos otros países, emborracharse es algo muy común y cosa de hombres, tanto que un sinónimo de beber es macharse. Las decisiones legales tendientes a fortalecer el Estado, por otra parte, chocaron además en este caso con el indigenismo racista de Patzi (y de sus seguidores atrasados que creen que los explotadores son sólo los k’aras, los blancos, cuando hay capitalistas aymaras) y con el nepotismo y el clientelismo del ex ministro durante su periodo de administrador público, así como con el corporativismo de la Federación Campesina de la Paz, que lo siguió acríticamente, y sobre el cual Patzi intenta construir su partido opositor.

En el caso del mando militar y de su oposición a la justicia actúan diversos factores ( como, por ejemplo, la influencia en los altos mandos de las fuerzas conservadoras y contrarrevolucionarias nacionales y extranjeras) pero predomina nuevamente el corporativismo. Los militares de hoy cubren a los dictadores y asesinos del pasado, porque perro no come perro y porque esperan que en el futuro se les brinde a ellos la misma solidaridad de casta. Ahora bien, en un Estado moderno –y Morales quiere modernizar Bolivia– los militares están sometidos a las leyes y a los poderes estatales y no son un cuerpo que pueda funcionar en autogestión. Nuevamente, los intentos de sacar a Bolivia del atraso (la borrachera, el clientelismo, la corrupción, la arbitrariedad de los cuerpos separados) para imponer una Constitución, un estado de derecho y construir, por primera vez en su historia, un verdadero Estado capitalista, chocan con el espesor político-cultural del colonialismo y el precapitalismo. Y eso no se elimina en un par de años sino que requiere una larga revolución cultural. No basta, pues, con ganar el gobierno y con obtener un apoyo popular de 80 por ciento contra la reacción, si no se tiene realmente el poder y si ese apoyo masivo es mucho menor en casi todos los aspectos de la vida política y cotidiana, que, para bien y para mal, están muy marcadas por el pasado.

Aquí entra el problema de la tercera revolución, la anticapitalista, que figura en las aspiraciones de Evo Morales y Alvaro García Lineras pero no permea ni las medidas de su gobierno ni el accionar de su partido, el MAS. En primer lugar, éste es un pool de intereses corporativos, una alianza de organizaciones sindicales y sociales con sus burocracias respectivas, y no está en condiciones de orientar al gobierno. En segundo lugar, según las tradiciones nacionalista-desarrollista de la revolución de abril de 1952, el gobierno confía en el aparato estatal para industrializar el país y no en las capacidades de autogestión y construcción de una economía alternativa por parte de los obreros y campesinos. Depende, pues, como antaño, de una economía extractiva, exportadora y de la producción por el Estado de lo mismo que producían los capitalistas privados. Construye así el capitalismo de Estado e intenta crear un aparato burocrático para dirigirlo y utiliza el apoyo masivo como si fuera su infantería de choque, pero sin que los trabajadores discutan y decidan qué hacer en el territorio y qué con los recursos. Pero esto tampoco se consigue rápidamente y, además depende de los avances de la revolución cultural y de la situación económica internacional.

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