Jueves 25 de febrero de 2010, p. 14
Coatzacoalcos, Ver. Víctor Andrade López, dirigente de la sección 52 del Sindicato Único de Trabajadores Electricistas de la República Mexicana (SUTERM), informó que está en marcha el proceso mediante el cual 15 mil afiliados a este gremio se harán cargo de las labores que realizaban los 44 mil empleados que Luz y Fuerza del Centro tenía al momento de su liquidación y que formaban parte del Sindicato Mexicano de Electricistas (SME). Hasta ahora se han comisionado 168. Cada uno de los enviados será basificado en un plazo no mayor de 120 días.
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Salinas y Zedillo -asesinos de la economía- andan libres, mientras los líderes campesinos de Atenco están en prisión
Pedro Echeverría V.
1. Que los saqueadores y políticos estén en la calle gozando de sus riquezas y que decenas de miles de inocentes estén en las cárceles, ya es en México un "hecho común" que ya todo mundo sabe. Es tan repetitiva la frase como decir que debería ser lo contrario: que Salinas y Zedillo deberían estar tras las rejas por llevar al país a la bancarrota y mis admirados campesinos de Atenco, que encabezaban la lucha por la tierra y se solidarizaron con otras tantas batallas de explotados y oprimidos en México, deberían estar en libertad para seguir siendo parte de las luchas de liberación. Por eso varios hemos dicho siempre que el mundo está de cabeza y para ponerlo de pie debemos enfrentar decididamente a nuestros enemigos los opresores.
2. El ex presidente Salinas, queriéndose hacer chistoso, reconoce que dejó en 1994 la economía mexicana apenas "prendida con alfileres", pero que el culpable del gigantesco desplome fue Zedillo que al tomar posesión de la Presidencia "le quitó los alfileres". Pero qué gran cinismo de políticos encumbrados mientras el pueblo de México, en vez de enviarlo a la cárcel -o por lo menos colgarlo en el asta de la bandera del Zócalo- le importa un carajo el pleito entre los políticos. Pienso que siguiendo los "usos y costumbres" de los pueblos indígenas, esos dos personajes que han trabajado –y aún trabajan al servicio de los yanquis- se verían muy bien colgados en las dos torres de la catedral de México, en el centro del México destruido con sus políticas.
3. El presidente Salinas en México es el equivalente de Ménem en Argentina, Fujimori en Perú o Color de Melo en Brasil. Fueron personajes que con toda irresponsabilidad y de manera abierta destruyeron la economía de sus países y nadie se atrevió a llevarlos a la cárcel y que permanezcan en ella a perpetuidad. México había sufrido una tremenda crisis en 1982 y durante todo el sexenio de De la Madrid, pero durante el sexenio de Salinas –después de enormes sacrificios del pueblo- pudo recuperarse. Pero Salinas aprovechó toda la coyuntura neoliberal privatizadora para entregar todas la riquezas públicas, las mil 500 paraestatales, a los empresarios privados. Zedillo continuó con esa política entregándole al PAN empresarial el mismo gobierno.
4. ¿Puede olvidarse acaso aquella brutal represión de aquel 3 de mayo 2006 por la mañana cuando un grupo de floricultores "se resistió a dejar sus puestos de venta y desalojado en forma brutal por elementos policíacos municipales y estatales? ¿Que el día siguiente más de dos mil integrantes de la Policía del Estado de México y la Policía Federal Preventiva entran fuertemente armados al poblado de San Salvador Atenco y se enfrentan con un reducido grupo de campesinos desarmados del Frente de Pueblos produciéndose allí violaciones a las mujeres y golpes brutales y torturas a los hombres, por parte de las fuerzas del orden? ¿Que más de 200 personas fueron detenidas, de las cuales 189 son recluidas en el Penal de Santiaguito, otros hospitalizados y cinco extranjeros fueron deportados?
5. Esa represión contra los campesinos de Atenco fue la revancha del presidente empresario Vicente Fox contra los campesinos que cinco años antes se negaron a vender –pero también a malvender- sus tierras y evitaron la construcción de un aeropuerto. Por ese motivo los gobiernos panistas de Fox y de Calderón mantienen a más de 10 líderes campesinos en prisión. ¿Por qué Fox no acudió a otros pueblos a pagar unos centavos por cada hectárea de terreno? Los campesinos no desfalcaron ni mataron a nadie, ¿pero qué tal los Salinas y los Zedillo que iniciaron el desplome del país que hasta hoy no se recupera causando la muerte de miles de habitantes por hambre, de miles de de campesinos que han querido cruzar la frontera hacia EEUU y otros cientos de miles que por necesidad adoptaron el camino de la "ilegalidad"?
6. Lo que sucede en México es que por lo menos el 90 por ciento de los políticos que hoy ocupan el poder -del PRI, PAN y otros partidos- se formaron durante esos dos sexenios a la sombra de Salinas y Zedillo. Cuando esos personajes están en México pasan el tiempo en "visitas" en casas de sus amigos y en reuniones sin fin acordando estrategias políticas. Ha sido en la historia tan grande el poder presidencial –en el régimen presidencialista mexicano- que no hay político que no haya recibido favores de arriba. Mucha gente no entiende porque se culpa a Salinas porque se olvida que un alto porcentaje de políticos que están en la cumbre –el presidente de la República entre ellos- tuvieron acuerdos y concertaciones con él.
7. En México, con excepción de Madero que fue encarcelado y asesinado injustamente en 1913 por el general golpista Victoriano Huerta, bajo los órdenes del embajador de los EEUU, ningún presidente ha estado en prisión. Madero no merecía la cárcel porque, aunque persiguió a los zapatistas y la revolución que encabezó en 1910/11 terminó transando con el porfirismo, todavía podían suceder muchas cosas; no se puede decir los mismo de la mayoría de los presidentes que han permitido el saqueo del país por los empresarios y ellos mismos se han adueñado del presupuesto público como Calles, Abelardo Rodríguez, Alemán, López Portillo, Salinas y Fox. Si las cárceles estuvieran hechas para los violadores de la justicia estarían llenas de empresarios y funcionarios públicos.
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sal a la calle y encuentra un trabajo. Ahora esa exhortación no sirve para nada, pues hay 7 millones de personas de entre 15 y 24 años, que, por más que lo intentan, no logran ocuparse en los mercados laborales de América Latina, y se ven obligados a pasar los días sin oficio alguno.
Entre quienes no consiguen trabajo cunde el desaliento, y aquellos que sí cuentan con un empleo, en general lo ejercen en condiciones de informalidad, sin protección ni perspectivas.
Basta revisar los indicadores de escolaridad de cualquier país para darse cuenta de que además estamos ante una paradoja: estos jóvenes forman parte de la generación más educada que hayamos tenido con un buen porcentaje que ha ido a la universidad y tiene lógicas expectativas sobre su propio futuro en el mundo del trabajo.
El empleo de los jóvenes es un desafío político, porque cuando esas expectativas se traducen en desaliento y frustración, se hace más difícil la estabilidad de nuestras sociedades e incluso la representatividad y gobernabilidad democráticas.
Pensemos en un joven al que llaman a votar, que vota en situación de desempleado, y que años después, al repetir el proceso, sigue aún sin conseguir trabajo. ¿Cómo afecta esto su vinculación con la democracia?
Además, existe el problema de la relación con la vida laboral, pues cuando no tienen oportunidades difícilmente lograrán romper el círculo de la pobreza e internarse en una senda de trabajo decente. Estaremos desperdiciando un talento y una capacidad productiva necesaria para lograr el crecimiento económico.
Por si fuera poco, los jóvenes han sido el grupo más golpeado por la crisis del empleo de este último año. Indicadores recopilados por la Organización Internacional del Trabajo revelan que en 2009 su tasa de desempleo aumentó más que la de los adultos, mientras disminuyó su participación en los mercados laborales, lo que se atribuye en gran parte al desaliento.
Se estima que más de 600 mil jóvenes engrosaron las filas del desempleo a causa de la crisis.
En América Latina y el Caribe hay 104 millones de jóvenes que enfrentan el siguiente panorama: 34 por ciento de ellos solamente estudia; 33 por ciento sólo trabaja; 13 por ciento estudia y trabaja, y 20 por ciento no estudia ni trabaja.
Se sabe que la tasa de desempleo entre la juventud duplica la tasa general y triplica la de los adultos, una realidad global que trasciende el espacio latinoamericano. Por otro lado, es práctica habitual que sean los primeros en perder su empleo en tiempos de crisis, y los últimos en volver a trabajar cuando llega la recuperación. Sin contar que son considerados mano de obra barata, y esto suele sumirlos en condiciones laborales precarias.
Para enfrentar este desafío es necesario adoptar medidas específicamente dirigidas a generar más y mejores empleos para los jóvenes; invertir en formación profesional, incentivar el espíritu de emprender para que puedan verse también como creadores de empleo. Aquí no actúan las fuerzas invisibles de ningún tipo, porque estamos frente a problemas estructurales que sólo pueden ser abordados con acciones y políticas muy concretas.
Hay que colocar los planes de promoción del trabajo decente para los jóvenes como parte integral de las políticas públicas; se necesita fortalecer la institucionalidad que pone en práctica estas políticas; se requiere del diálogo social para hacerlas más fuertes y garantizar su éxito; es indispensable el intercambio de buenas experiencias entre las naciones.
No hay soluciones mágicas para un problema tan complejo, por eso es importante que los gobiernos nacionales, regionales y locales, sindicatos y empresarios, conjuntamente con otros actores sociales, insistan en buscar la manera de torcer esta realidad si es que de verdad queremos avanzar hacia el desarrollo.
Sin los jóvenes no vamos a lograrlo.
* Director regional de la OIT para América Latina y el Caribe
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