■ “Si nuestro movimiento no representa nada, ¿por qué hay un ataque permanente?”, cuestiona
La detención del grupo de seguridad, para hacer escándalo y obstaculizarnos: AMLO
■ El político tabasqueño advierte que “no van a conseguir nada con su campaña de desprestigio”
Puerto Peñasco, Son., 11 de enero. La detención del grupo de seguridad que apoya las giras de Andrés Manuel López Obrador “fue una provocación”, insistió el tabasqueño, quien sostuvo que es parte del bloqueo y de los obstáculos “de quienes no nos ven con buenos ojos, de quienes les molesta mucho lo que hacemos, de (Felipe) Calderón y sus achichincles”.
En entrevista, López Obrador enfatizó que el equipo de seguridad tenía en regla los documentos que les fueron requeridos, “sin embargo actúan así. No es para que se cumpla la ley como ellos dicen, es para hacer el escándalo, para ponernos piedras en el camino, para obstaculizarnos. Cuando anda uno en esto es necesario tener una protección, porque cuando quieren hacer algo lo hacen, lo hicieron con Colosio y lo hicieron con Kennedy. Y en el caso de los cinco agentes de la Policía Bancaria e Industrial, su trabajo es que no tengamos contratiempos”, insistió.
Agregó que, si de acuerdo con el “gobierno usurpador” y la mayoría de los medios de comunicación, el Movimiento Nacional en Defensa de la Economía del Pueblo, del Petróleo y de la Soberanía Nacional no representa nada, no se explica por qué hay un ataque permanente, “son numeritos que montan; como no tienen cómo frenarnos, tienen que buscar alguna manera. Pero no lograron nada ni van a conseguir nada con toda su campaña de desprestigio, aunque nos atacan mucho un día sí y otro también”, adelantó.
Al continuar su gira de trabajo por la región norte de Sonora, el político tabasqueño escuchó las demandas de los habitantes de esta región, quienes condenaron la falta de oportunidades de empleo, y en el caso de la pesca –actividad preponderante en esta zona–, el alto costo del diesel, lo que hace prácticamente imposible el desempeño de esta labor.
López Obrador afirmó en primera instancia que los sonorenses “tienen que padecer a un gobernador como Eduardo Bours, autoritario y ladrón; un personaje que se siente de sangre azul y que desprecia al pueblo; un personaje que junto a Manlio Fabio Beltrones está más interesado en apropiarse de las costas de municipios, como Puerto Peñasco, que por atender los reclamos de la gente”.
Respecto del salario mínimo sostuvo que es una burla el incremento anunciado, porque la canasta básica, de acuerdo con cifras oficiales, ha tenido un incremento de 14 por ciento, mientras que el minisalario ha visto reducir su poder adquisitivo de manera importante.
“Esto es inaceptable, cuando hay funcionarios que ganan hasta 600 mil pesos mensuales o se autorizan hasta 6 mil millones de pesos para atención médica privada, se hacen hasta cirugías plásticas y en los municipios que aquí mismo en Sonora se conocen como del tercer mundo, tienen un presupuesto anual, en el mejor de los casos, de 10 millones de pesos al año. Esto es lo que gastan en atención médica los altos funcionarios, representa varios siglos del presupuesto de esos municipios”, condenó.
Respecto del diesel recordó que fue una propuesta de su campaña bajar el precio de los combustibles y de la luz, “propuesta que nos robó el pelele de Calderón, pero que incumplió, y ahora resultó hasta un mal copión porque está haciendo exactamente lo contrario”.
Recordó que en la pasada campaña presidencial Calderón y Roberto Madrazo firmaron un compromiso para bajar el precio de la luz y de los combustibles: “eso deja en claro que Calderón no es más que un soberano mentiroso”.
Adelantó que esos temas los habrá de abordar durante la asamblea informativa que tendrá lugar el próximo 25 de enero en el Zócalo de la ciudad de México.
Este domingo el tabasqueño concluyó en Sonoyta y en San Luis Río Colorado una gira de trabajo por 19 municipios de Sonora, y continuó por la noche con asambleas informativas en Mexicali y Playas de Rosarito, en Baja California, que al igual que el resto de las comunidades fronterizas demandan oportunidades de empleo ante la difícil situación económica y por la cual, advierten los pobladores, se incrementó el número de mexicanos que cruzan a Estados Unidos en busca de trabajo.
Destacan también que el endurecimiento de las leyes en aquel país ha hecho aún más difícil la migración, por lo que han muerto, en promedio, dos mexicanos por día durante 2008 en su intento de cruzar a Estados Unidos.
López Obrador mencionó que en una carta dirigida al presidente electo de Estados Unidos, Barack Obama, llama la atención sobre la necesidad de que la relación entre ambos países en materia migratoria se finque en la cooperación y no en la aplicación de medidas coercitivas, como la construcción de muros o las deportaciones masivas.
Confió en que el presidente electo, una vez asumido el cargo, honre su compromiso de campaña y promueva un acuerdo migratorio que atienda la regularización de los mexicanos que por necesidad migran a ese país.
Viaje a Washington · Hernández
Astillero
■ Tragicómico año electoral
■ Pugnas por candidaturas
■ Zimapán, un retroceso más
Ampliar la imagen LLEGA CALDERÓN A ESTADOS UNIDOS. El presidente Felipe Calderón llegó ayer a Washington, donde se reunirá con su homólogo estadunidense, George W. Bush; el mandatario electo de ese país, Barack Obama, y miembros de la Cámara de Representantes y del Senado. En la imagen, con legisladores y expertos en economía Foto: Notimex
El año electoral arranca con un panista formalmente gobernante que se emociona en Washington por ser el primero de la lista de recepciones oficiales, un (pre)candidato presidencial perredista que maniobra para dejar el barco electoral enchuchado y pasarse a las balsas de emergencia que con él Convergen y Trabajan, y un priísmo que ve a Quique Gaviotón disparar comerciales de salva a diestra y siniestra mientras el acechante Manlio Fabio espera el momento de retomar delantera por la vía de la maña histórica que mata (políticamente) carita atlacomulca. El espectáculo político del año en curso se anuncia tragicómico a la luz de las desgracias económicas por venir, a las que el hacendoso secretario Carstens atribuye mimética forma de cero en cuanto a crecimiento económico anual, vaticinios a los que el antes sudoroso Memo Ortiz califica de optimistas desde el Banco de México, que prevé números negativos y no solamente estancamiento.
Los panistas esperan crecimiento legislativo deficitario, metidos entre las patas de los caballos rabiosos del felipismo y el vicentismo nuevamente confrontados. Éste puede ser el año del tosco Manuel Espino, quien pretende ganar puntos a costa del desinflado e insoportable Germancito Martínez. Empequeñecido, o reducido a un poco más de su talla real, el antes poderoso César Nava trata de aparentar que algo de poder felipense le quedó, mientras le carcomen las versiones de que fue desalojado de la secretaría particular de Los Pinos por haber hecho comentarios altamente críticos y burlones del ex secretario de Gobernación, cuya memoria es intocable en el ámbito íntimo del calderonismo. Véase como se vea la situación del partido cada vez más azul oscuro que blanco, lo cierto es que los pronósticos para las elecciones intermedias poco le favorecen, establecida desde ahora la percepción de que el PRI viene de regreso y que la distribución de diputaciones federales en este tramo intermedio de 2009 no alentará los sueños felipenses de tener fuerza legislativa suficiente para impulsar sus proyectos de por sí ya bastante ajados.
La izquierda parece encaminada a llegar dividida a las urnas este año. El juego de las semanas por venir se llama lista de candidatos. Los Jesuses lanzaron a los Andreses el anzuelo simplón de las invitaciones para que envíen sus propuestas de candidaturas a las oficinas institucionales del sol azteca, a lo que el lopezobradorismo respondió zafándose del garlito infantil y acelerando el proceso de conformación de la nómina de aspirantes que competirían bajo las siglas de los partidos que en los hechos dirigen Dante Delgado y Alberto Anaya. Según eso, en las postulaciones de la renacida coalición Por el Bien de Todos (a la que concurren solamente dos de las tres partes originales) serán incluidos personajes que destacaron en los movimientos populares de rechazo al fraude electoral y a la privatización del petróleo, pero la dinámica natural de los arreglos de cúpulas podría llevar a las boletas electorales a ejecutantes de artes de oportunismo y engaño si no hay participación y presión reales de quienes han empujado una alternativa política y electoral que no merece (como en 2006 con los chuchos, y muchísimas veces en otros comicios) ser convertida en masa votante para favorecer a personajes turbios que muchas veces están predestinados a la traición de la que luego se quejarán quienes no se opusieron a tiempo a esas postulaciones.
Aunque en realidad la vía electoral sólo ofrece esperanzas desvaídas de cambio y firmes promesas de decepción, como demuestra lo sucedido en Zimapán, Hidalgo, donde una larga y vigorosa lucha contra un tiradero de desechos tóxicos promovido por empresarios españoles creyó encontrar en las urnas la manera adecuada de expresar sus puntos de vista y construir opciones institucionales de combate al negocio ambiental, bien visto e impulsado por autoridades estatales y federales. El pasado 9 de noviembre hubo elecciones municipales y el Movimiento Todos Somos Zimapán, más otras agrupaciones de defensa ambiental y ciudadanos sin adscripción grupal, obtuvieron el triunfo por 6 mil 565 votos en favor de José María Lozano, dirigente del movimiento antes dicho y postulado por el PRD, contra 5 mil 514 del candidato propuesto por el PRI y el Panal. La diferencia de ocho puntos porcentuales fue echada abajo el pasado día 7 por la sala regional, con sede en Toluca, del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación mediante un súbito y extraño ataque de juarismo que invalidó los comicios porque sacerdotes impulsaron desde el púlpito y mediante impresos la defensa de la vida que, en el contexto local, se asociaba con la propaganda formalmente perredista, que pedía apoyar al candidato opositor al tiradero tóxico para así votar por la vida. La defensa de la separación entre Iglesia y Estado, y la sanción a formas de injerencia clerical en procesos electorales, sería válida si ese mismo poder electoral federal hubiese demostrado una pizca de tal celo en los comicios presidenciales de 2006, cuando empresarios, extranjeros y el entonces presidente Fox intervinieron abiertamente en contra de un candidato que apenas logró una diferencia oficialmente reconocida de medio punto porcentual a su favor.
El rigor jurídico de los juzgadores federales significa, en los hechos, tiempo de oro para que el consorcio hispano Abengoa-Befesa y los funcionarios federales y estatales que impulsan el confinamiento de residuos industriales consoliden jurídica y prácticamente las operaciones que ya comenzaron en ese poblado de la entidad gobernada por un priísmo caciquil y depredador, siempre dispuesto a hacer buenos negocios privados en asuntos públicos, así sean tan delicados como los ambientales, sobre los cuales, en todo el país, pasea la amenaza de la corrupción oficial asociada a intereses económicos extranjeros, particularmente los españoles.
Y, mientras es de celebrarse que Carmen Aristegui vuelva a los micrófonos públicos, ¡hasta mañana, en esta columna que, ya de regreso, da a todos sus mejores deseos!
En manos de De Maria · Rocha
A 15 años del levantamiento zapatista
El 1º de enero de 1994 la rebelión indígena dirigida por el Ejército Zapatista de Liberación Nacional en Chiapas culminó, en América Latina, una serie de levantamientos indígenas victoriosos, como el ecuatoriano de 1990, y prosiguió con ímpetu en la vía abierta en México por la votación de 1988 y, antes, por la movilización de los jóvenes chilangos en 1985.
Una vez rectificado su inicial curso bélico –destruir al Ejército, marchar sobre el Distrito Federal y tomarlo– el EZLN fue defendido por los sectores populares y despertó una gran esperanza. Tuvo momentos en los que intentó, sin sectarismo y con realismo, unir sus esfuerzos con los de otros sectores “progresistas” (por darles un nombre periodístico y conocido) y llamó a Cuauhtémoc Cárdenas a encabezar un movimiento nacional de liberación o convocó a toda la izquierda a una Convención Nacional Democrática que se hundió debido a los sectarismos entrecruzados.
Con la Marcha del color de la tierra demostró la voluntad de los indígenas de recurrir al parlamento para exigir sus derechos por la vía constitucional y legal, reformando la Carta Magna, pero todos los partidos hicieron oídos sordos a sus reclamos y los dejaron solos. Los indígenas se replegaron a sus comunidades y se fortalecieron en ellas tratando de comenzar a construir su autonomía, en el aislamiento y en la miseria, y sin aliados importantes en el terreno nacional.
Las juntas de buen gobierno y sus planes de educación y salud fueron adquisiciones importantes, a pesar de todos sus límites y de las dificultades que desde su nacimiento enfrentan. Esa experiencia casi decenal está grabada con fuego en las mentes y los corazones no sólo de los indígenas sino también de los explotados y oprimidos de México, y ha lanzado su semilla en todo el continente, porque forma parte de la resistencia y de la tendencia a la autogestión de los sectores más enérgicos y combativos de todos los países latinoamericanos.
Inicialmente, la Sexta declaración de la Selva Lacandona suscitó nuevas esperanzas, pues pareció dejar atrás la etapa de mutismo y aislamiento que había seguido al fracaso de la Marcha del color de la tierra y abría teóricamente el camino para un frente único de todos los partidarios de acabar con este sistema de exclusión, opresión, explotación y miseria para las mayorías.
Desgraciadamente, el protagonismo narcisista de Marcos y el sectarismo, así como el primitivismo de quienes admitían a Stalin (y al pasado del estalinismo presentado como socialismo) y pasaban en silencio la corrupción parlamentarista de sus aliados (como Rifondazione Comunista, que aportaba algún dinero mientras votaba, al mismo tiempo, otros fondos para matar afganos) mientras actuaban –justamente– el parlamentarismo obtuso y oportunista del PRD, convirtieron pronto la otra campaña en una contracampaña electoralista, concentrada además contra el candidato que despertaba las expectativas populares.
Para colmo, al silencio teórico y político sobre todos los grandes problemas del país se unió una propaganda antipolítica, en el momento en que la mayoría de los trabajadores esperaba un cambio por la vía electoral, que además confundía a los partidos y políticos oportunistas, defensores del sistema, con sus seguidores ilusionados y engañados pero deseosos de luchar.
Los estudiantes que piensan y luchan en la UNAM fueron alejados para apoyarse en lumpens y semilumpens o inadaptados varios. La alianza con los obreros, incluso en lucha, fue rechazada porque sus dirigentes serían charros, en vez de apoyarlos y de apoyarse en ellos precisamente para acabar con los charros. No había ni que mirar hacia Bolivia, donde los movimientos sociales unían la movilización con la acción política. El Diálogo Nacional, que intentó reiteradamente dar respuesta a la vez obrera y nacional a los problemas esenciales del país, fue ninguneado. El fracaso de la gira de Marcos y de la otra campaña llevó después a un desarmante nuevo y profundo silencio, mientras el pueblo mexicano intentaba impedir la entrega del petróleo y de la energía, y que se le diese la puntilla a los campesinos.
De ese silencio acaba de salir Marcos con un espectáculo-festival al cual concurrieron unos pocos políticos europeos en búsqueda de notoriedad y votos, que se caracterizó por ser, en efecto, un festival, pero de narcisismo y verborrea de Marcos, cuyas larguísimas piezas literarias son absolutamente incomprensibles para cualquier indígena chiapaneco o de cualquier región del planeta. En ellas, aparte de una retórica de feria de pueblo, se agitan pocas y erróneas ideas: la represión contra los jóvenes en el Distrito Federal sería igual al genocidio antipalestino en Gaza; López Obrador, a quien Marcos vitupera, es igual que Calderón, y, lo que es peor, es igual que la importante masa popular que sigue a AMLO, con la que Marcos ni siquiera intenta un diálogo; no hay ni atisbos de movimientos populares en México ni hay grandes temas que puedan movilizar; Marcos y la otra campaña no tienen nada de que autocriticarse y la situación de peligroso aislamiento y desgaste en la que se encuentran los territorios zapatistas chiapanecos no exige la búsqueda de apoyos y de aliados.
Me he contado entre los pocos que constantemente pedíamos que el zapatismo discutiese las vías para acabar con la actual situación social y política, hablase, se pronunciase, buscase unir voluntades, aprendiese de sus errores primitivos, antipolíticos y sectarios a la luz de los acontecimientos. Leyendo ahora a Marcos confieso que debo hacerme una autocrítica: era mejor que callase para que sus elucubraciones no oscurezcan el trabajo serio y digno de las comunidades indígenas que, aunque aisladas, realizan la hazaña de resistir.
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Cartel ofreciendo cinco mil dolares de recompensa por la captura de Pancho Villa |
Pancho Villa sí conquistó Columbus
Ignacio Solares
Para Marisol Schulz
La División del Norte estaba en su mejor momento. Éramos tres mil. O quizá cuatro mil, o cinco mil, porque nunca nos habíamos contado bien, pero más o menos por ahí andaba la cantidad. En cualquier pueblo o pueblucho que pisábamos, siempre había un montón, o un montoncito, de gente que se nos quería unir. Hombres, mujeres, y hasta algunos chavalos, no faltaban los chavalos. Por eso, porque se sabía jefe de un enorme ejército –de lo más variado, por lo demás–, desde fines de enero, Villa planeó la invasión a Estados Unidos por el rumbo de Ojinaga, pero era tanta la gente que todavía se nos quería unir al proyecto, que prefirió posponerlo un par de meses. Mientras más fuera el montón de guerrilleros mexicanos que se metiera a los Estados Unidos, mejor, ¿no? Por eso luego, ya que éramos un titipuchal, fue en Palomas, pequeña ciudad fronteriza a unos cuantos kilómetros de Columbus, donde Villa nos hizo saber su decisión.
Esa tarde del ocho de marzo de aquel mil novecientos dieciséis, nos habló como yo no lo había oído, con una inspiración que le quebraba la voz y lo obligaba a detenerse a cada momento por la cantidad de lágrimas que derramaba. Nos juntó en la falda de un monte, y él se puso en el lugar más alto para que todos lo oyéramos bien y no nos quedara lugar a dudas de lo que decía. El sol pareció también pasmarse en lo alto y se levantó una brisa que puso a chasquear los huizaches y las nopaleras.
–Muchachos, ora sí llegó el mero momento bueno en que se decidirá el futuro de nuestra amada patria, y a ustedes y a mí nos tocó la suerte de jugarlo. ¡Vamos pues a jugarlo valientemente! Ya aquí, ni modo de rajarnos. Nuestro resto a una carta, como los hombres que traen bien fajados los pantalones para apostar. O lo ganamos todo o lo perdemos todo, total. En esta frontera de Palomas está la raya mágica que nos separa de la gloria o de la perdición. Estamos muy cansados, lo sé, por eso no podemos esperar más, ni un segundo más. Son muchos años de pelear desde que nos levantamos contra don Porfirio. Luego, ya ven, peleamos contra los colorados de Orozco, contra los pelones de Huerta, contra los carranclanes de Carranza. Hoy nos toca partirles su madre a los gringos, ni modo. Hemos peleado contra todo y contra todos, pero siempre por el mismo ideal, nuestro ideal no ha cambiado para nada. Es la causa del pueblo, la que obligó a don Francisco Madero a levantarse en armas contra la tiranía. Quiero decirles que Madero es el hombre al que yo más he querido y respetado, por el que me inicié en este asunto de la guerra, y por quien aún sigo aquí. Por eso su foto me acompaña a todos lados, en las buenas y en las malas –y de un bolsillo de la casaca, del lado del corazón, Villa sacó una foto de Madero y la puso en alto–. Mírenla. Aquí la pueden ustedes ver. Esta foto la veo yo a cada rato y se me llenan los ojos de lágrimas y se me quitan los temores que a todos nos dan. Me digo: si él dio su vida que valía tanto, ¿por qué no yo la mía que apenas si vale? Y veo la foto y me entran las ganas de luchar por los ideales que nos dejó y de acabar hasta la extinción total de sus asesinos. Asesinos que, hoy lo sabemos, están allá –y señaló hacia tierra mexicana–, pero también, y sobre todo, están allá –y señaló hacia tierra norteamericana–. Fueron los gringos quienes nos quitaron la mitad de nuestro territorio, que hoy tanto necesitaríamos, y quienes utilizaron al traidor de Victoriano Huerta para derrocar a nuestro salvador, el presidente Madero. Así como hoy utilizan al traidor de Carranza para apoderarse del país y robarse los mejores frutos de nuestra tierra. Esos mismos gringos ladrones que pretenden manejar nuestros gobiernos a su antojo, quitar y poner autoridades como se les pega la gana y según lo dictan sus intereses económicos y políticos. Hablan de democracia, ya ustedes los han oído, pero a nosotros nos tratan como animales si llegamos a trabajar a sus tierras. Animales, bestias de carga, esclavos que sólo responden al chasquido del látigo, eso somos para ellos. O nos utilizan o nos roban o nos rocían con gasolina y luego nos prenden fuego, como acaba de suceder hace unos meses con cuarenta mexicanos que intentaban cruzar legalmente el puente del Río Bravo. ¡Cuarenta mexicanos quemados vivos por los gringos! Ahora ya andan otra vez con querernos invadir porque dizque nosotros mismos no sabemos gobernarnos, y cómo vamos a saberlo con un traidor como Carranza en la presidencia, pero no lo van a lograr porque nosotros nos les vamos a adelantar. Hoy entramos a Columbus, les partimos su madre y seguimos de frente, para que vean que no les tenemos miedo y de lo que somos capaces. Porque enseguida va a venir la verdadera guerra con ellos, apenas llegue a acompañarnos el señor Emiliano Zapata con todas sus tropas, él mismo me ha asegurado que ya no tarda. No vamos a parar hasta vengar tanta ofensa como nos han hecho los gringos, hijos de su chingada madre, a lo largo de la historia. Entonces, ya que recuperemos el rico territorio perdido y los tengamos dominados, habrá paz y progreso en México y nuestros hijos heredarán una tierra amplia, libre y digna.
Foto: america-magna.blogspot.com |
Tuvo que interrumpirse porque las lágrimas ya no lo dejaron continuar, y quizá fueron esas lágrimas las que terminaron de inflamar nuestro ánimo para levantar al unísono nuestras armas:
–¡Viva Villa! ¡Viva el presidente Madero! ¡Viva México! ¡Mueran los gringos!
Nuestro éxito fue que nadie en Columbus, ni en ninguna otra parte de México o de Estados Unidos, podía tomar en serio nuestra intención. En aquel tiempo, casi todos los días aparecían notas en los periódicos de una posible invasión norteamericana a México, pero de México a Estados Unidos, ¿cuándo?
Desde que, cabalgando dentro del mayor silencio posible, cruzamos la frontera, nos adentramos en territorio americano, y vimos el tenue resplandor de la ciudad a lo lejos, yo sentí que me adentraba en el pasillo de un sueño –no se me quitó la sensación de irrealidad en ningún momento–, que estaba viviendo un privilegio único que, quizá, muy pocos mexicanos volvieran a vivir. Y, bueno, habría que revisar nuestra historia de entonces para acá.
Por ahí se veían encendidos unos cuantos faroles en las esquinas y en la estación de ferrocarril. Ladridos intermitentes de perros. La ciudad de Columbus es muy pequeña y en forma de chorizo –con todos sus edificios importantes en la misma avenida, la Bondary –, así que la estrategia era, literalmente, barrerla, destruyendo todo cuanto encontráramos a nuestro paso. Saquear el banco y una tienda llamada Lemon and Payne , muy bien surtida y, sobre todo, detenerse en el hotel Comercial para pedirle cuentas a un tal Samuel Ravel, quien le debía a Villa unos rifles Springfield que ya le había pagado.
Entramos exactamente al cuarto para la seis de la mañana, con el primer sol que despuntaba, lo sé porque uno de los tiros que disparamos le dio al reloj de la aduana, deteniendo su funcionamiento, lo vi clarito.
De un lado de esa calle principal, apenas a la entrada, estaba el cuartel con sus cerca de mil soldados todavía dormidos: se levantarían quince minutos después de que nos les echamos encima (Villa lo previó todo): el XIII Regimiento de Caballería de Estados Unidos, al mando del general Herbert Slocum. Del otro lado de la calle estaban los establos. ¡Cuidado, no se vayan a confundir, nos advirtió Villa! Luego nos dijo: al primer disparo que suelte yo, todos al galope, al grito de “¡Viva México! ¡Mueran los gringos!”, y a acabar con ellos, muchachitos.
El momento en que Villa soltó ese primer disparo al aire, hincamos las espuelas al tiempo que gritábamos: “¡Viva México! ¡Mueran los gringos!”, con el corazón enloquecido afuera del pecho y la sensación de que violábamos lo prohibido, que nos metíamos a donde nunca nadie, en esa forma, se había metido. Y, bueno, pasara lo que pasara, ¿quién nos quitaba esa emoción?
Hicimos una matazón tremebunda en el cuartel. Yo me despaché a dos o tres soldados gringos que apenas se levantaban medio encuerados de sus literas, con caras de asombro. ¿Cómo podían suponer los pobres pendejos que estaban muriendo porque los mexicanos habían invadido su país? Una vez que los acabamos, nos seguimos hacia el pueblo, a buscar otros sitios que atacar, ¿qué otra cosa podíamos hacer si ya nos sentíamos dueños del lugar? Yo por eso me seguí de filo, a todo galope, dentro de la galería de rostros convulsos que salían de las casas asaltadas, tropezándose, con niños en brazos o levantando las manos en señal de rendición, corriendo hacia todos lados como hormigas espantadas.
Entonces me di cuenta de un grave error cometido por algunos de mis compañeros: prenderle fuego a la tienda Lemon and Payne, atiborrada de artículos inflamables, lo que iluminó en forma esplendorosa la calle por la que andábamos con nuestro relajo. Y no es lo mismo echar ese relajo –pegar de gritos, tirar balazos al aire, acribillar los vidrios de las ventanas, dar vueltas como trompo en el caballo, tronarse a quien encuentra uno en el camino–, que organizar un verdadero ataque con las armas y los hombres en los puestos adecuados: exactamente lo que hizo el resto de los soldados norteamericanos que habían sobrevivido a nuestro ataque, y que todavía era un montón: atacaban con una furia desatada, como si de pronto se hubieran dado cuenta de que, carajo, estaban siendo invadidos por pinches mexicanos.
Columbus, Nuevo Mexico atacada por Pancho Villa. Foto: america-magna.blogspot.com |
Villa reaccionó enseguida y reordenó sus filas. Además, acabó de intimidarlos con una estrategia muy suya: cerrar pinzas. Ya con el día encima, vimos llegar un verdadero huracán de caballos. No parecían seres vivos sino fantasmales. Miles de caballos de la División del Norte envueltos en nubes de polvo y en un sol radiante, recién nacido que, parecía, también llevaban consigo. Todos con el mismo grito, que revoloteaba en lo alto y agitaba las ramas de los árboles: “¡Viva Villa, mueran los gringos!”
Al grueso de la columna villista la protegían guardaflancos móviles que se desplazaban a saltos y eran los que más daño hacían al toparse con el enemigo porque les llegaban por todos lados.
Luego me enteré de que algunos villistas acostumbraban lazar ramas de mezquite y las arrastraban a cabeza de silla, con el objeto de levantar más polvo. Doscientos o trescientos hombres, con sus ramas a cabeza de silla, daban la impresión de ser muchos más, el doble o el triple, por la polvareda que levantaban. Algo muy teatral, pero efectivo. Como predijo Villa desde su discurso inicial: le partimos toditita su madre al xiii Regimiento de Caballería de Estados Unidos.
Antes del mediodía, ya con la ciudad conquistada, Villa nos reunió en la plaza central de Columbus y, subido en el quiosco, nos arengó:
–¡Ahora sí, muchachitos, ya encarrerados vámonos al norte, rumbo a Washington!
Toda la División del Norte respondió con un solo grito atronador:
–Viva México, mueran los gringos!
*Del libro: Ficciones de la Revolución Mexicana,
de próxima aparición en Editorial Alfaguara.
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