sábado, 13 de diciembre de 2008

DE COMO LOS JOVENES SE ORGANIZAN Y LUCHAN POR LA JUSTICIA Y LA DIGNIDAD EN OTRAS REGIONES: EL CASO DE GRECIA.

Intifada griega

Intifada griega

Estudiantes lanzaron bombas molotov a agentes antidisturbios durante el sexto día de protestas por la muerte de un adolescente en Atenas. La policía ha disparado unos 4 mil 600 cartuchos de gas lacrimógeno durante las últimas jornadas, por lo que prácticamente se ha quedado sin repuestos Foto Reuters

■ Cuatro momentos revelan la profundidad de la crisis, de la rabia acumulada

La revuelta en Grecia, obra de los jóvenes que vieron asesinado su horizonte

Se extiende la revuelta en Grecia

Miles de estudiantes tomaron por tercer día consecutivo las calles de Atenas y otras ciudades, en las cuales prendieron fuego a edificios de gobierno, estaciones policiales y comercios, en protesta por la muerte de un adolescente por disparo de un patrullero. El primer ministro Kostas Karamanlis responsabilizó a ‘‘elementos extremistas’’ de aprovechar la situación. ‘‘Su único móvil es la violencia’’, dijo Foto Ap



■ Fuerzas políticas y grupos pequeños se esmeran en manipular el enojo para conseguir militantes

(Eugenia Apostolou, periodista. Especial para La Jornada)

Atenas, 12 de diciembre. Todavía es una imagen. Una imagen que empieza a pintarse desde el sábado en la noche, cuando por toda Grecia corrió la noticia del asesinato de Alexis Grigoropoulos. Una imagen que sigue tomado forma con el paso del tiempo. La imagen, según se dibuje, puede llegar a captar el fondo, aunque no siempre podamos verlo, pues no tenemos aún la capacidad de capturar lo que hay detrás de los colores superficiales que llegan a nuestros ojos.

Ampliar la imagen Jóvenes protestan a las puertas del Ministerio del Interior griego al continuar la ola de violencia desatada hace ya casi una semana

Jóvenes protestan a las puertas del Ministerio del Interior griego al continuar la ola de violencia desatada hace ya casi una semana

Aún es muy pronto para valorar lo que sucedió y sigue pasando en Grecia. Cada quien puede explicarlo desde lo obvio y decir cosas triviales, como que la explosión nació de la crisis económica, de la falta de horizontes en los jóvenes, de la represión, de la impunidad. Y por supuesto de ahí surgió, pero la manera en que todos estos elementos se expresaron en Grecia son únicos. Se trata de un preámbulo, de una anticipación de lo que va a suceder en otros países de Europa.

En La cámara lúcida, Roland Barthes dice que en cada imagen hay un punto donde se concentra, según la interpretación de cada uno, toda la fuerza y la tensión de la imagen, de la foto: el punctum. En la imagen que se pinta desde hace seis días en Grecia hay cuatro momentos punctum que muestran la profundidad invisible de esta rabia pendiente, que de repente estalló.

Primer momento: domingo tarde-noche. Desde Internet y teléfonos celulares se trama un invisible tejido de comunicación entre miles y miles de estudiantes de secundaria en toda Grecia. Nadie se da cuenta. El hecho es que el lunes en la madrugada las secundarias están cerradas. Sin asambleas, sin cualquier centro organizativo, sin la intervención de organización política alguna, los jóvenes están autorganizados en las calles. Bloquean calles y carreteras, y enfocan toda la rabia que les provoca el asesinato de Alexis contra las sedes policiacas. No queda casi ni una comisaría que no esté bloqueada por los alumnos, lo mismo en ciudades pequeñas, pequeñísimas, que en barrios de Atenas y de Salónica, que no han conocido a lo largo de su existencia manifestación alguna o algo parecido. Y amanece con hijos e hijas fuera de las sedes policiales quemando patrullas o tirando naranjas, piedras, huevos y pinturas a los edificios de las fuerzas del orden. Son jóvenes de 13, 15 o 16 años que enfocan su rabia hacia ese objetivo.

Segundo momento: martes en la noche. Los noticiarios de la televisión ya no saben qué decir primero y qué después. Todos los centros de las ciudades de Grecia son devorados por las llamas. Una información sobresale: en un suburbio de Atenas, donde viven gitanos, 600 de ellos ocuparon el cuartel policial, le prendieron fuego e hirieron con escopetas a dos gendarmes.

Tercer momento: martes en la noche. En 23 cárceles del país todos los presos se niegan a cenar, en apoyo y solidaridad a la revuelta.

Cuarto momento: después de las palabras provocadoras del abogado que defiende al policía asesino, diciendo que Alexis murió a causa de una bala perdida, los estudiantes de secundaria vuelven a cerrar las escuelas. Cercan 25comisarías de Atenas y 20 más del interior. Cortan el tránsito de 20 avenidas. Ocupan 190 secundarias en Grecia. En la mayoría de las universidades no hay clases. En unas 20 ciudades los bancos y las tiendas de lujo son devoradas por el fuego.

Cuatro momentos punctum que muestran la profundidad de la rabia acumulada, que aguardaba su momento, que va más allá del asesinato de Alexis, de las llamas que iluminaron Grecia y que la hicieron visible en los últimos días. Pura rabia. Rabia justa.

Muchos equiparan lo sucedido con los hechos de Los Ángeles y París. La comparación no es adecuada. No son los reprimidos de siempre quienes expresaron su rabia prendiendo fuego a los centros de las ciudades. No. Son nuestros hijas e hijos. Son aquellos que vieron en el asesinato de Alexis sus horizontes ultimados. En pleno incendio, al calor de las llamas, también encontró su lugar la rabia de los marginados. El asesinato de Alexis fue la mecha que encendió esa rabia. Y la rabia caminó en las calles de Grecia y lo arrastró todo. La rabia es, además de todo, ciega.

El fuego se extendió en el pasto seco de una clase política absolutamente gris. Antes del estallido, los escándalos por corrupción ocupaban la primera fila del espectáculo político nacional. La oposición era prácticamente inexistente. El color del paisaje era de turbia negritud. Ahora, la izquierda pisa en dos barcos y se tambalea. Algunos grupúsculos, organizaciones de izquierda radical y anarquistas ven la oportunidad de crecer. Los fascistas salen a las calles a defender “la propiedad”. Y todos, absolutamente todos, se esfuerzan por manipular la rabia y conseguir militantes.

La imagen se hace turbia, pero quedan los cuatro momentos punctum. En ellos está la esperanza.

■ Ofrece la policía disculpas por la muerte del estudiante Alexandros Grigoropoulos

Empresarios temen que las protestas en Grecia se extiendan a otros países

■ Versión de que los hechos violentos podrían desembocar en una reforma de las fuerzas de seguridad

■ Dispararon los agentes atenienses unos 4 mil 600 cartuchos de gas lacrimógeno en los últimos seis días

The Independent, Reuters, Dpa y Afp

Ampliar la imagen Un estudiante que se manifiesta contra el asesinato de un compañero se enfrenta en el centro de Atenas con los policías antimotines Un estudiante que se manifiesta contra el asesinato de un compañero se enfrenta en el centro de Atenas con los policías antimotines Foto: Reuters

Atenas, 12 de diciembre. La policía ateniense disparó unos 4 mil 600 cartuchos de gas lacrimógeno para repeler en los últimos seis días a jóvenes que han protestado por la muerte de un adolescente en la capital griega y, prácticamente, se quedó sin suplementos, por lo que solicitó repuestos de emergencia a Israel y Alemania, según fuentes de los cuerpos de seguridad.

Este viernes, los cuerpos policiales antimotines tuvieron que echar mano de bombas ensordecedoras y remanentes de bombas de gas lacrimógeno para dispersar a estudiantes que se desprendieron de una manifestación pacífica en el centro de Atenas y lanzaron cocteles molotov y piedras contra los agentes antimotines que custodiaban el Parlamento griego.

Éste fue el mayor incidente registrado un día antes de cumplirse una semana del homicidio de Alexandros Grigoropoulos, de 15 años, en el barrio ateniense de Exarchia, reconocido por el nivel de politización de sus residentes.

Las protestas en el exterior de la penitenciaria de Korydallos, en Atenas, fueron desactivadas luego que una radioemisora estatal difundió la versión de que Epaminondas Korkoneas, el policía al que se atribuye la muerte del adolescente por un disparo de bala, fue trasladado a una cárcel de provincia que no fue especificada.

Nuevas versiones de testigos dieron cuenta de que Korkoneas, de 37 años, estaba “completamente fuera de control y furioso” cuando se enfrentaron a Grigoropoulos y otros jóvenes de Exarchia.

Las autoridades locales tenían previsto dar a conocer hoy el informe de balística sobre la muerte del joven, pero por razones no aclaradas se postergó la difusión hasta la semana próxima.

El gobierno conservador se había limitado a contener las protestas en las calles y a proseguir con las investigaciones periciales del caso, pero un alto responsable de los cuerpos de seguridad, Panagiotis Hinofotis, informó este viernes que los hechos del 6 de diciembre podrían desembocar en una reforma de las instituciones policiales.

“Estamos analizando quién y en qué condiciones y con qué requisitos llevará en el futuro un arma”, dijo Hinofotis, al ofrecer en nombre de la policía disculpas por lo sucedido. Los agentes deberán además someterse a exámenes sicológicos regulares, agregó.

Durante las manifestaciones, los jóvenes han solicitado que se haga justicia en el caso y al expresar su disgusto con el gobierno conservador del partido Nueva Democracia –en el poder desde 2004–, han exigido la renuncia del primer ministro Kostas Karamanlis, quien se encuentra en Bruselas en una reunión de jefes de gobierno de la Unión Europea.

“Como lo he dicho ya, es demasiado temprano para que me jubile. Necesitamos un gobierno coherente y responsable, y manos fuertes que lo guíen, y esto es para mi la prioridad, no un esquema cualquiera de elecciones anticipadas o de cambio de liderazgo”, dijo Karamanlis a la prensa.

Las manifestaciones de solidaridad con la familia Grigoropoulos también han servido para rechazar las reformas impulsadas por el gobierno de Karamanlis en materia de pensiones y austeridad presupuestal, en un país donde el desempleo es de 7.4 por ciento –apenas por debajo del promedio en la Unión Europea– y afecta principalmente a los jóvenes.

Analistas y empresarios expresaron este viernes su temor de que las protestas en Grecia se extiendan a otros países europeos, como ocurrió el jueves en Roma, Madrid y Barcelona, agravadas por la crisis financiera internacional.

■ La defensa de los acusados rechaza el cargo de “alarma social”

Encarcelan a 7 jóvenes españoles detenidos en un mitin solidario con sus pares griegos

Armando G. Tejeda (Corresponsal)

Madrid, 12 de diciembre. Los siete jóvenes que fueron detenidos el pasado miércoles en un acto de rechazo a la muerte de un joven griego y que derivó en un ataque a una comisaría madrileña, serán encarcelados, dictaminó hoy una juez de los tribunales ordinarios de la capital española.

La Fiscalía del Estado también solicitó la prisión, al considerar que la liberación de los jóvenes anarquistas y antifascistas podría provocar “alarma social”.

Ese miércoles por la noche, unas 300 personas se manifestaron en el centro histórico de Madrid en solidaridad con protestas en Grecia y para denunciar la “brutalidad policial” que provoca, en algunos casos, las muertes como la del adolescente griego.

El acto derivó en un ataque con piedras y mobiliario urbano a la comisaría de la calle Montera, que se saldó con nueve detenidos –dos de ellos menores de edad– y cuantiosos daños materiales, además de más de una docena de heridos, tres ellos policías.

Desde su detención, los siete mayores de edad han estado bajo custodia policial hasta la mañana de hoy, cuando prestaron por primera vez declaración ante la jueza de instrucción, que acordó dictar prisión sin derecho a fianza.

Significa que los jóvenes, salvo decisión en sentido contrario, deberán permanecer en prisión hasta que se celebre el juicio; suelen tardar entre siete y 10 meses.

Los siete jóvenes, vinculados con grupos antifascistas fueron trasladados a la prisión de alta seguridad de Soto del Real, y a la cárcel de Alcalá Meco.

Su abogado, Erlanzt Ibarrondo, explicó que “el argumento de alarma social no se puede esgrimir porque algunos de ellos no tienen antecedentes. Además, uno de mis defendidos, que es muy joven, no tiró ni una sola piedra a la comisaría porque estaba en la mitad de la manifestación”.

La legislación española establece penas de hasta tres años de cárcel por el delito de desórdenes públicos, pero la condena podría ser aún peor si también son acusados y condenados por los delitos de lesiones y atentado contra la autoridad, debido a que al menos tres policías resultaron heridos durante la reyerta.

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