martes, 2 de diciembre de 2008

REPORTE DE LA CONFERENCIA DE ELENITA PONIATWSKA EL PASADO VIERNES EN PUEBLA:

La escritora en compañía del antropólogo Julio Glockner


En cualquier otro país la maldad de Tlatelolco habría causado una guerra civil: Poniatowska


Julio Glockner y Elena Poniatowska en el CCU / Foto José Castañares
ALONSO FRAGUA

Ha pasado casi una hora desde que concluyó su conferencia y Elena Poniatowska continúa firmando libros a las decenas de personas que se acercan a ella. A su lado, su nieta de aproximadamente seis años platica con ella y observa a los fanáticos de la autora de La noche de Tlatelolco, quien se toma unos minutos con cada uno para personalizar el comentario que plasmara en las páginas de sus textos.

“Que coincidencia tan grande, abuela”, comenta la pequeña. “¿Qué, mi amor?”, pregunta la escritora. “Que todos los que vienen aquí les gusta leer”. Y no sólo leer, sino recordar y no olvidar. No dejar morir la memoria de un momento en la historia de México que cumple ya 40 años y que fue el que convocó a más de 500 personas en el centro de convenciones del Complejo Cultural Universitario (CCU) de la UAP la tarde del 29 de noviembre.

Bajo el título “Del 68 al 08”, Poniatowska y el antropólogo Julio Glockner habrían de compartir, minutos antes, sus ideas sobre el México y el mundo de la década de los 60 y los cambios sociales y culturales generados a partir del movimiento estudiantil.

Empezaba Elena: “1968 fue el año de Vietnam, de Biafra, del asesinato de Martin Luther King, quien no había cumplido los 40 años y que ahora estaría feliz porque ganó Barack Obama (...) De la invasión rusa a Checoslovaquia, que escandalizó al mundo. Del rock, que sacude el cuerpo. De los Beatles (...) Sin embargo, para México el 68 tiene un solo nombre: Tlatelolco 2 de octubre”.

Retomando las voces en la manifestación del 1 de agosto de 1968, continuaba: “‘HoHoHoChiMinh. Díaz Ordaz, chin, chin, chin’ Y bueno, tengo que recordar que Díaz Ordaz era poblano”.

Como atenta observadora de la realidad mexicana como fuera definida por Glockner esa noche, Poniatowska entonces recuperó para los presentes, una vez más, los testimonios de los protagonistas del año en que los jóvenes salieron a las calles a protestar contra el hartazgo de la sociedad de consumo. Retomando fragmentos de La noche de Tlatelolco, publicado en 1971, la escritora fue recordando la manera en que se acercó al tema que, además de varios textos, le regaló la amistad de los jóvenes quienes, a juzgar por la audiencia presente, aún se consideran cercanos a ella.

“El movimiento estudiantil de 1968 fue la punta de flecha de otros enloquecidos movimientos de protesta en nuestro país. A 40 años la consigna ‘2 de octubre no se olvida’ se grita en la marcha anual en la que participan jóvenes que ni siquiera habían nacido. El Comité del 68, con Raúl Álvarez a la cabeza, logró llevar al ex presidente Luis Echeverría al banquillo de los acusados, y hoy vive detenido en su casa. Pero necesitamos que los responsables sean enjuiciados. Que la historia de los jóvenes asesinados sea rescatada. Necesitamos rendirles homenaje porque a ellos los mataron por creer que podían cambiar al mundo.

“En cualquier otro país la maldad de Tlatelolco habría causado una guerra civil. Conjura comunista, conjura de la CIA, conjura de políticos mexicanos amigos del gobierno, ambición presidencialista. Todavía no tenemos una explicación de lo sucedido. Cuatro décadas después, no hay respuesta. No cabe duda de que el movimiento estudiantil fue punta de flecha de otras epopeyas que intentaron e intentan romper la homogeneidad y la condición gubernamental.

“No pretendemos hacer justicia por mano propia, pero señalar a los culpables es la única manera de que la historia no la escriban sólo los poderosos sino de que la escribamos nosotros, la gente. Es la única manera de hacer más habitable el país en el que mueren 5 mil niños al año. Es de toda justicia que Tlatelolco, ese espacio en el que cayeron universitarios y politécnicos, pertenezca hoy a la universidad. Es de toda justicia recordar también a un gran rector, el rector Javier Barros Sierra.

“Esclarecer los hechos es el mejor homenaje que podemos rendirle a los muertos y desaparecidos. Qué gran vergüenza mirar la plaza día tras día sin saber cuántos ni quiénes eran. La tarea le corresponde a todo México, a cada quien desde su lugar. Es nuestro legado a los universitarios para que el crimen de Estado en el que participaron todas las instituciones no siga impune. Si no lo logramos, seguirán los criminales corrompiendo al país. Si no hay verdad ni justicia, el 2 de octubre puede asolarnos de nuevo”, concluía Elena Poniatowska ante los aplausos de los presentes.

La fila sigue avanzando con lentitud. Una vez más, la pequeña comenta: “¿Y los policías también te vienen a ver, abuela?”. “No. Ellos están aquí para... sería muy bueno que vinieran a verme. Hablaría muy bien de ellos”.

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