1988…2006…2012… Fraude tras fraude electoral… ¡Frenemos una nueva imposición!
Escrito por:
Luis Enrique Barrios
Al
igual que en 1988 y en 2006 nuevamente pretende ser impuesta la
voluntad de la burguesía sobre la de los trabajadores a través del frade
electoral desarrollado en la pasada contienda del 1° de julio. Con esa
medida la clase dominante pretende mantener intacto el sistema político
que durante décadas ha sido su principal herramienta de dominación y
opresión sobre el proletariado para su explotación. El Estado
capitalista no es neutro y actúa a favor de los intereses de los
empresarios y banqueros, mismos que están totalmente dispuestos a evitar
a toda costa que esa realidad no cambie ni en un solo milímetro,
incluso recurriendo al fraude en cada elección que así lo crean
conveniente.
El fraude electoral de 1988
A
lo largo de la historia contemporánea de México han sido varios los
intentos de la clase trabajadora y de sus hijos por encontrar más y
mejores cauces democráticos para luchar por mejores condiciones de
trabajo, de estudio y de vida; los estudiantes en 1968 escenificarían
uno de los más valerosos episodios en esa lucha. Dos décadas después
nuevamente veríamos a las masas oprimidas lanzándose con todo ímpetu
contra el cerco priísta que impedía una mayor vida democrática para la
clase trabajadora – no olvidemos la formidable y poderosa maquinaria de
control social que durante años significaron la CTM y el Congreso del
Trabajo, por ejemplo – esta vez organizadas en torno al candidato del
Frente Democrático Nacional, Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, en quien un
multitudinario sector de trabajadores de la ciudad y del campo veía como
una opción electoral para derrotar al PRI y a su candidato, Carlos
Salinas de Gortari, en las elecciones del 6 de julio de 1988.
Cárdenas
junto con figuras como Porfirio Muñoz Ledo e Ifigenia Martínez, entre
otros, crearían a finales de 1996 la Corriente Democrática (CD),
haciendo de esta manera una cuestión pública y más que evidente el
malestar de un significativo sector del priísmo por el nuevo rumbo
adquirido por el Régimen en ese entonces encabezado por Miguel de la
Madrid Hurtado en la presidencia de la República y en el que la
prioridad era desmantelar el viejo Estado de bienestar y nacionalista
para subordinar a México a las severas condiciones impuestas por el FMI y
el Banco Mundial con tal de obtener de estas últimas el auxilio
necesario para enfrentar la severa crisis de la deuda externa. En ese
marco arrancaría un proceso continuado por todos los gobiernos
posteriores hasta el día de hoy de privatizaciones, de recortes al gasto
social, de incremento de impuestos, de reducciones severas a los apoyos
públicos al campo, de despidos masivos en el sector público y desempleo
generalizado, de topes salariales, etcétera.
El
surgimiento de la CD y su posterior ruptura con el PRI tras la
designación en 1987 de Salinas de Gortari como candidato de dicho
partido, logró atraer la atención de un importante número de
trabajadores y campesinos, así como de integrantes de las capas medias
de la sociedad, transformándolo con relativa prontitud en el referente
de masas de oposición más importante del país. La crítica hacia la
política anti popular y antinacionalista por la que ya había optado el
PRI y Miguel de la Madrid, además encabezada por el hijo del artífice de
la expropiación petrolera de 1938, el General Cárdenas, conectaron con
el sentir de las masas empobrecidas que vieron en la CD una alternativa
para luchar en defensa de sus intereses.
El
anterior resultado y el ambiente especialmente convulsivo de aquella
época crearon las condiciones favorables para un movimiento de masas que
forzó la candidatura de Cárdenas para las elecciones del 6 de julio de
1998 y la unidad de un significativo número de partidos de oposición
para disputarle la presidencia de la República al priísmo. El Frente
Democrático Nacional (FDN) nacería en enero del 2008 integrado por el
Partido Auténtico de la Revolución Mexicana (quien postularía a Cárdenas
en octubre de 1987), el Partido Socialista de los Trabajadores y el
Partido Popular Socialista; un mes antes de las elecciones se sumaría al
FDN la principal fuerza política de oposición de aquellos años, el
Partido Mexicano Socialista, proporcionando una enorme vitalidad y
fortaleza al movimiento. Además de dichos partidos también le dieron
vida a FDN un número incuantificable de organizaciones políticas, entre
ellas la Coalición de Izquierda, el Movimiento de Acción Popular, la
Coalición Obrera, Campesina y Estudiantil del Istmo (COCEI), la Central
Independiente de Obreros Agrícolas y Campesinos (CIOAC), la Asamblea de
Barrios de la Ciudad de México, la Unión de Colonias Populares, la Unión
Popular Revolucionaria Emiliano Zapata y la Central Campesina
Cardenista.
En
ese marco de organización y de polarización social el PRI enfrentaría
por primera vez en las historia a un contrincante con amplias
posibilidades de arrebatarle las silla presidencial tras la contienda
del 6 de julio. La jornada electoral se desarrolló plagada de delitos e
irregularidades; incluso estallaron confrontaciones violentas en cientos
de casillas entre los seguidores del FDN defendiendo las urnas y los
priístas tratando de aplicar sus clásicas triquiñuelas. Lo anterior sin
dejar de recordar que cuatro días antes de las elecciones sería
asesinado Román Gil Heráldez, secretario de Francisco Javier Ovando,
quien correría la misma suerte dos días después. Javier Ovando
colaborador de Cárdenas y encargado de recoger el resultado de las
elecciones en todo el país, objetivo para el que creó una red para
obtener información inmediata y veraz sobre la evolución del voto
durante y al finalizar la contienda del 6 de julio. Con su asesinato el
PRI y De la Madrid pretendían evitar que la oposición conociera de forma
oportuna los resultados y los difundiera con celeridad a la opinión
pública.
Ya
finalizada las jornada del 6 de julio, y tras el arranque del conteo de
los votos, la Comisión Federal Electoral, encabezada por Manuel
Bartlett, se encontró que la votación no favorecía al PRI y que la
distancia favorable para el FDN ponía a éste último en una tendencia
irreversible; la presidencia de la República reacciona rápidamente
mandando la orden de que el conteo de votos se suspendiera y que no se
hiciera pública ninguna afirmación hasta que se hicieran los ajustes
técnicos para modificar las cifras; siendo así ese día a las 8:30 pm
aproximadamente se cayó el sistema de computo de la Comisión Federal
Electoral justo en el momento en que el conteo ya le daba al FDN una
preferencia del 40.16% contra la del PRI en segundo lugar con el 26.76%
de los votos y el 26.61% para el PAN en tercer lugar. Después, cuando el
sistema se normalizó, las tendencias mágicamente favorecían al PRI. Al
final los resultados oficiales le dieron a Salinas el 50.7% de los votos
contra el 31% de Cárdenas.
Ante
el robo la respuesta fue masiva por parte de los trabajadores y del
campesinado pobre abarrotando literalmente en repetidas ocasiones las
calles del Centro Histórico de la Ciudad de México con movilizaciones y
mítines defendiendo el triunfo del FDN; el contexto era en verdad
favorable para derrotar el fraude a condición de que Cárdenas tomara las
medidas adecuadas confiando en la clase trabajadora, apelando a los
sindicatos independientes y a la efervescencia contra los charros
sindicales al interior de la CTM. Por su parte el campesinado pobre
también ya había dado muestras de sobra sobre su disposición de ir hasta
las últimas consecuencias. Sin embargo ese llamado no llego y en cambio
Cárdenas confió en el PAN, partido que supuestamente votaría en la
Cámara de Diputados Federal en contra de la Calificación del proceso
electoral. Pero sucedió todo lo contrario: el 27 de agosto de 1988 la
dirigencia panista y su candidato, Manuel J. Clouthier, se
entrevistarían con Salinas para pactar la calificación del proceso. El
acuerdo fue que el PAN no votaría en contra y se abstendría, dejándole
el terreno libre a la bancada priista para que ellos solos y su mayoría
calificaran positivamente el proceso electoral fraudulento que a la
postre llevaría a Salinas al poder.
Tras
ese hecho y dado que Cárdenas no confió en la clase obrera para
impulsar una resistencia tenaz y a altura de las circunstancias, el
movimiento se desgastó yéndose de las manos la oportunidad para derrotar
al PRI y al fraude electoral en 1988.
El fraude electoral del 2006
De
cara a las elecciones del 2006, Fox y la burguesía conscientes del
enorme malestar social acumulado por aquellas fechas y de que éste
estaba encontrando un importante cauce de expresión a través del apoyo a
Andrés Manuel López Obrador (AMLO), en casi todos los rincones del
país, factor que ponía en peligro la reproducción en el poder de la
derecha y por consecuencia de sus políticas antiobreras, optaron por
anticiparse a la contienda electoral tratando de impedir la
participación en las mismas del entonces Jefe de Gobierno del DF. Por
medio de subterfugios legales Fox trató de quitar el fuero
constitucional a AMLO para ser juzgado y sentenciado penalmente para que
perdiera sus derechos políticos, incluido el derecho a participar como
candidato a la presidencia de la República en las elecciones del 2 de
julio de 2006.
El
proceso contra AMLO se extendió de 2004 a 2005, periodo en el que la
respuesta de las masas para defender a quien ya consideraban desde
entonces su candidato para el 2006, fue de menos a más. Y tras la
consumación del desafuero el 7 de abril de 2005 la movilizaciones en
defensa de AMLO alcanzaron cuando menos al millón de seres humanos en el
DF. En ese momento para la burguesía el mensaje era claro: o daba
marcha atrás en el desafuero o las cosas podrían salirse de control
yendo más lejos. En ese contexto Fox sería obligado a morder el polvo y
su desafuero fue derrotado.
Ese
éxito político de las masas oprimidas y desheredadas se tradujo en un
ambiente que creo mayores posibilidades de triunfo para AMLO de cara a
las futuras elecciones, viéndose obligados Fox y la burguesía en
redoblar sus esfuerzos para impedir un resultado favorable para la
izquierda. Cerrando filas los empresarios y los banqueros junto con sus
partidos, el PRI y el PAN, organizaron una multimillonaria campaña de
desprestigio contra AMLO sin parangón alguno en la historia de México y
pusieron al servicio del candidato del PAN todos los recursos tanto de
gobierno federal como los de las administraciones estatales para fraguar
un fraude que asegurara una lección favorable a la derecha; además las
piezas claves para la legitimación del fraude, el IFE y la justicia
electoral con titulares a modo, habían sido perfectamente aceitadas para
fallar el favor del candidato de los empresarios.
Así
se llegó al 2 de julio, y ese día, ya en el primer conteo preliminar
AMLO tenía una ventaja sobre Calderón de 500 mil votos. Esa misma noche
Luis Carlos Ugalde, entonces consejero presidente del IFE, saldría en
cadena nacional declarando que en esos momentos no había ninguna
tendencia clara como para definir a un ganador de las elecciones. Con
esa maniobra la maquinaria cibernética del fraude ganaría tiempo
suficiente para ponerse a trabajar a todo vapor, obteniendo como
resultado que al día siguiente, el lunes 3 de julio, desaparecieran 3
millones de votos, creando con ello el margen apropiado para que,
basados en la magia de los algoritmos, al concluirse las sesiones en los
consejos distritales el 6 de julio, el candidato panista resultara con
una ventaja del 0.58 sobre AMLO.
Un
día después la consigna del recuento de “voto por voto, casilla por
casilla” sería adoptada por la multitudes y el sábado 8 de julio,
respondiendo al llamado de AMLO para dar información a sus seguidores,
cuando menos medio millón de personas se concentrarían en el Zócalo
capitalino. De esa forma arrancaría la lucha contra el fraude electoral y
la imposición del espurio Calderón en poder. El domingo 16 las masas
nuevamente mostrarían toda su rabia contra el fraude, esta vez con una
nueva concentración en el Zócalo de la Ciudad de México, pero esta vez
alcanzando un asistencia del millón y medio. Y la dosis sería repetida
el domingo 30 con un acto de masas participando aproximadamente 3
millones de trabajadores de la ciudad y del campo, de acuerdo al reporte
de La Jornada en aquellas fechas.
Para
ese momento al igual que lo hicieron en 1988, las multitudes obreras y
campesinas ya habían expresado toda su voluntad para tomar acciones de
gran calado para enfrentar el fraude electoral de la burguesía. Paralelo
a ello no hay que olvidar que al mismo tiempo se desarrollaba una
formidable insurrección revolucionaria en Oaxaca y que el sindicato
minero se encontraba inmerso en una fuerte y combativa oleada
huelguística. Además, en marzo de ese año, la respuesta a la ofensiva de
Fox de pretender desaparecer al sindicato minero, arrojó como saldo la
conformación del Frente Nacional por la Unidad y la Autonomía Sindical,
integrado por el Frente Sindical Mexicano, la Unión Nacional de
Trabajadores y la Coalición de Sindicatos Nacionales y Confederaciones
del Congreso del Trabajo, agrupación que lanzó por aquellas épocas
formidables movilizaciones obreras en las principales ciudades del país,
especialmente en el DF.
En
realidad el ambiente de efervescencia era más que adecuado para la
lucha decidida y en ese marco un llamado serio a la huelga general
habría creado una ambiente de mayor combatividad, atrayendo a un número
mayor de gente a la lucha y en particular a la clase trabajadora
organizada a través de sus sindicatos, sacando de la indefinición a sus
dirigentes; esa táctica habría puesto a temblar a Fox y a la burguesía
con fuertes posibilidades de obligarlos a replegarse. Sin embargo ese 30
de julio AMLO no llamó a la huelga y si al plantón en la plancha del
Zócalo, mismo que se extendió a lo largo de la Avenida Reforma,
manteniéndose esa medida por aproximadamente 45 días a la par que se
apelaba a la justicia electoral para que se limpiaran las elecciones.
No
obstante las limitaciones del plantón, el serio temor a la iniciativa
de la base de apoyo de AMLO a lo largo y ancho del país semiparalizó al
Régimen, viéndose éste obligado a tolerar un movimiento amenazador que
de un momento a otro, y teniendo como ejemplo la lucha en las calles y
en las barricadas por parte del heroico pueblo oaxaqueño, podría
sobrepasar las acciones propuestas por los dirigentes. Un caso que por
sí mismo ilustra la maravillosa fortaleza de la lucha contra el fraude
en 2006 y sus alcances es la negativa de los generales ante la exigencia
de Calderón como presidente electo para sacar al ejército a las calles;
ya antes, en el marco de la lucha contra el desafuero, el alto mando de
las fuerzas armadas había rechazado la orden de Fox de lanzar a las
tropas contra el pueblo trabajador. Los sectores más inteligentes de la
burguesía comprendían que la polarización social estaba en un punto
límite y que el sacar al ejército en las calles se podría trasformar en
el detonante para un estallido social sobre el cual los dirigentes
reformistas ya no pudieran hacer gran cosa para controlarlo,
extendiéndose las barricadas de Oaxaca a la Ciudad de México y al resto
del país.
Es
por ello que los estrategas de la derecha mejor optaron por resistir a
piedra y lodo, atrincherándose en sus reservas de combate (el IFE, los
tribunales electorales, el parlamento, etcétera) y confiando en que los
dirigentes de izquierda no llamarían a ninguna acción más enérgica por
encima del plantón de Reforma para que el cansancio y el desgaste,
acompañados de una salvaje campaña mediática de desprestigio contra la
lucha, hicieran mella en el movimiento hasta debilitar
significativamente su capacidad de respuesta. El sábado 5 de agosto el
TEPJF rechaza por unanimidad la exigencia de AMLO de realizar un nuevo
conteo de las 130 mil 477 casillas instaladas el 2 de julio, ordenando
solo abrir 11 mil 839 paquetes electorales correspondientes al 9 por
ciento del total. Finalmente esa misma institución el 5 de julio
determina avalar legalmente las elecciones fraudulentas.
Así,
tras varias semanas de feroz combate, las diferentes oportunidades para
derrotar el fraude electoral del 2006 se desperdiciarían, siendo jurado
como presidente de la República el espurio Calderón el 1° de diciembre
de ese año.
2012: no permitamos que la historia se repita
La
burguesía y sus partidos llegan a las elecciones del 2012 convencidos
de que por ningún motivo se podría poner en riesgo su estancia en el
poder en un momento decisivo para el capitalismo dado la crisis
económica que sacude al planeta desde el verano del 2007. La actual
crisis mundial del capitalismo provocó una seria desaceleración en
nuestro país durante 2008, derivando esa situación un año después en el
peor colapso económico de los últimos 70 años de historia en México.
Todo ello se ha traducido en despidos masivos y la caída generalizada de
los niveles de vida para todos nosotros, pero también en el cierre y
quiebra de miles de empresas. Y a pesar de la relativa recuperación que
México experimentó durante 2010 y parte de 2011, ya para la segunda
mitad de ese último año y a lo largo de 2012 nuevamente la economía
nacional arroja importantes signos de deterioro, alimentando de forma
gradual pero firme una nueva recesión.
Siendo
ello así, para salvaguardar sus privilegios en ese contexto de
desaceleración económico y ante una eventual nueva recesión, fenómenos
que provocan la caída de los beneficios empresariales, la clase
dominante sabe que es necesario no sólo mantener el rumbo respecto a sus
políticas implementadas a través del Estado sino que se requiere
profundizarlos; los barones del dinero temen de un gobierno de izquierda
con las masas proletarias detrás de éste presionando para que sus
demandas sean satisfechas.
Lo
anterior dado que para proteger sus intereses en medio del torbellino
de la crisis mundial de la economía, la burguesía necesita disciplina y
lealtad total de parte del Estado para incrementar la explotación de los
trabajadores y el saqueo de la riqueza nacional. Lo que la mafia en el
poder necesita es privatizar al 100% el sector energético –Pemex y CFE-,
desmantelar al IMSS y al ISSSTE, profundizar la privatización de la
educación, imponerle IVA a alimentos y medicamentos, así como imponer la
contrarreforma laboral, entre otros ataques. Eso es lo que necesita el
capital y no reformas que por modestas es insuficientes que sean para
solucionar algunos de los problemas de los más pobres, signifiquen algún
costo para la burguesía o que entorpezcan el que los recursos del
Estado sean puestos a su disposición tal como sucede, por ejemplo, con
el multimillonario rescate bancario impuesto por el PRI en el sexenio de
Zedillo y que hasta la fecha continúa desangrando las finanzas
públicas.
Si
en 2006 el fraude electoral fue necesario para los intereses de los
banqueros y empresarios, en este marco mundial de crisis económica la
imposición fraudulenta de Enrique Peña Nieto (EPN) en el Poder les
resulta a estos señores doblemente indispensable. Por eso fraguaron un
fraude no sólo monstruoso, sino además extremadamente cínico, es decir a
la luz del día, pues los priístas y Calderón no tuvieron el menor
empacho en cuidar las formas y ocultar algo.
Proyectos como “Promueve 2012” (financiado por
diferentes organizaciones, entre ellas la Fundación Jumex y Cáritas de
la diócesis de Ecatepec, para garantizar 4 millones de votos para el PRI
en el Edomex), la “Operación maletas” (diseñado para triangular fondos
de todos los gobiernos priístas de las diferentes entidades del país
hacia la campaña de EPN), el “Operativo Ágora” (diseñado por el SNTE y
Elba Esther Gordillo y con un costo mayor a los 151 millones de pesos
para movilizar a las urnas 3.5 millones de votos cautivos para el PRI y a
6 millones de “ciudadanos contactados”) el caso de Banca Monex (por
medio del cual se pusieron al servicio de la logística de la campaña y
para el pago de todo un auténtico ejército de operadores políticos del
PRI 159.4 millones de pesos) o el de la tienda departamental Soriana
(distribución de 5.2 millones de dólares por medio de cientos de miles
de monederos electrónicos para la compra del voto. Tan sólo en el Edomex
se distribuyeron 1.8 millones de esa clase de tarjetas), fueron casos
ampliamente documentados por la prensa y a la fecha continúan impunes.
Lo
anterior sin olvidar la multimillonaria campaña televisiva a favor de
EPN y denunciada por el diario británico The Guardian tres semanas antes
de las elecciones, ni los tres millones de boletas electorales
apócrifas decomisadas por el FBI en Texas, EU, o las 2.5 millones de
boletas duplicadas e impresas por la empresa Talleres Gráficos de México
por ordenes del IFE y que fueron enviadas a Oaxaca, Puebla, Veracruz,
Tabasco, Campeche, Guerrero, Tlaxcala, Zacatecas, Querétaro, Hidalgo,
Tamaulipas, Yucatán, Sinaloa, Chihuahua, Jalisco, Colima y el Distrito
Federal.
La
lista de todas las triquiñuelas es más larga aún, pero otro caso a
destacar por su dramatismo como un recurso más del fraude y que
demuestra hasta donde son capaces de llegar los priístas y los
empresarios con tal de imponer su voluntad, es el asesinato de los
compañeros Tomas Betancurt, coordinador de Morena en Nuevo León, y de
Luis Antonio Contreras, representante del PRD ante el Instituto
Electoral de Valle de Santiago, Guanajuato. Ambos fueron ejecutados por
pistoleros a sueldo horas antes de las elecciones del 1° de julio.
Ante
la más descarada evidencia del fraude, AMLO no tiene que reconocer los
resultados que tras las conclusión del cómputo de los votos, el viernes
6, le dan el 38.21% a EPN contra el 31.59% al candidato de la izquierda.
En sus diferentes declaraciones a lo largo de la primera semana AMLO ha
insistido en la vía legal para impugnar los resultados y no ha
convocado a ningún acto de masas para luchar en las calles; a pregunta
expresa de que si convocaría a movilizaciones durante la conferencia de
prensa del día 5, el máximo dirigente de izquierdas respondió de la
siguiente manera: “Están nerviosos [refiriéndose a la derecha] porque
pensaron que íbamos a actuar de otra manera (…) vamos a seguir el
proceso legal…”
En
esencia esa es la actitud que ha mantenido AMLO tras una semana de las
elecciones y está claro que ese camino sólo le facilitará las cosas a la
mafia en el poder para conculcar el fraude, prueba de ello es el
recurso de impugnación interpuesto por Ricardo Monreal, coordinador de
campaña de AMLO, solicitando el recuento del 100% de las casillas
electorales y frente al cual el IFE ha reaccionado aplicando dicha
medida únicamente al 54% del total de los sufragios.
El
fraude avanza y hay que frenarlo en seco, ello no quiere decir que sea
necesario renunciar a la lucha en los tribunales electorales, pero sí
significa el que esta tenga que ser acompañada de un poderoso movimiento
de masas en las calles, como en 2006, pero esta vez reforzado por
medidas que demuestren en realidad quién tiene la fuerza en esta
sociedad. Y dicha fuerza radica en la clase trabajadora y su
participación en la producción, es decir, por consecuencia, en su
capacidad para frenar la crisis económica por medio de una huelga
general que golpee el corazón mismo del capitalismo y los intereses de
los barones del dinero.
Las
movilizaciones y el plantón del 2006 contra el fraude y la imposición
de Calderón fueron magníficas, pero a la postre resultaron
insuficientes. Debemos sacar las lecciones necesarias de la experiencia
anterior para concluir que esta vez necesitamos ir más lejos, las
circunstancias exigen. Las condiciones son magníficas para luchar: los
estudiantes de aproximadamente 150 universidades de todo el país se
están movilizando, la UNT y el Frente Sindical Mexicano –mismo este
último conformado por el SME, entre otros- se agruparon en mayo pasado
en Morena Laboral; el 23 de junio 600 organizaciones de todo tipo, entre
ellas sindicales, lanzan el Manifiesto Por la Paz y la Legalidad
Electoral en el que expresan su decisión de salir a las calles contra un
nuevo fraude electoral, y el día 25 del mismo mes 12 organizaciones
campesinas de masas formaron un frente anti Peña Nieto. Ello sin dejar
de lado a los 4 millones de afiliados a Morena y los otros cientos de
miles de militantes del resto de los partidos de izquierda y la voluntad
de lucha demostrada por las masas oprimidas y explotadas por el
capitalismo a través de la concentración de 1.4 millones de seres
humanos provenientes de todo el país para el cierre de campaña de AMLO
el 27 de junio. Con esa respuesta los trabajadores le estaban mandando
una señal muy clara al candidato de izquierda sobre su disposición a
atender un llamado a acciones de fondo para derrotar al PRI y al resto
de la derecha.
En
todos los factores expuestos en el anterior párrafo son en los que AMLO
tiene que confiar para actuar de manera decidida. En el pasado el
triunfo del fraude que llevó a Salinas al poder tuvo un costo más que
elevado para la clase trabajadora, el campesinado pobre y sus familias;
también esos años fueron negros para la izquierda, pues otra factura por
el triunfo de Salinas fue el asesinato sistemático de militantes del
PRD, aproximadamente 650 compañeros. También el triunfo del fraude en
2006 ha tenido una trascendencia terriblemente negativa para las
condiciones de vida y de trabajo para los desheredados; además el baño
de sangre bajo el gobierno de Calderón con más de 60 mil víctimas
fatales es el más dramático en décadas de historia de nuestro país. Si
nuevamente triunfa el fraude y Peña Nieto es impuesto ya veremos cómo el
costo por no actuar a la altura del reto impuesto por la burguesía
arrojará saldos similares o incluso más graves que los de la actual
administración panista.
Nuestro
único camino es pasar a la acción por medio de la huelga general,
impulsando un Frente Único de sindicatos, Morena, partidos de izquierda,
el Movimiento #YoSoy132, centrales campesinas, además de la
conformación de comités de acción y lucha en todas los centros de
trabajo, comunidades campesinas, escuelas, barrios obreros, etcétera,
con el objetivo de unificar la lucha en todo México. Al mismo tiempo
tenemos que pugnar por un programa de lucha que asegure la derrota
definitiva de la derecha por medio de la expropiación de los barones del
dinero y de toda la clase dominante bajo el control democrático de la
clase trabajadora.
Es
posible derrotar al fraude electoral y lo que se necesita es
determinación, pues las condiciones son las necesarias, es por ello que
AMLO debe convocar a una lucha decidida y a una huelga general.
Militante, Voz marxista de los trabajadores y la juventud
http://militante.org/
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