■ “Investigación urgente, transparente e independiente": ONU
■ Que “este crimen colectivo sea esclarecido", espera la OEA
■ “Maximizar esfuerzos para…juzgar a responsables”: CIDH

■ Autoridades identifican a 31 de los 72 masacrados

La organización de Naciones Unidas (ONU) y Organización de Estados Americanos (OEA) condenaron este viernes la matanza de 72 migrantes ocurrida el pasado martes en el Estado de Tamaulipas, y expresaron su esperanza de que este crimen no quede impune.
"Estoy profundamente impactada por estos asesinatos, que prueban la crítica situación de los inmigrantes en ese país", dijo la Alta Comisionada de la ONU para los Derechos Humanos, Navi Pillay, en un comunicado emitido este día en Ginebra, en el que además se exhorta a las autoridades mexicanas a "desarrollar una investigación urgente, transparente e independiente".
Que no haya "impunidad", es "crucial para evitar que se repita un crimen de estas características", agregó.
Mientras que José Miguel Insulza, secretario general de la OEA, luego de señalar que "este trágico episodio refleja la confluencia de dos fenómenos que afectan el desarrollo de América Latina y su sistema democrático: la acción del crimen organizado y la desprotección que viven tantos compatriotas latinos que emigran en busca de un futuro mejor", expresó su deseo de que “ todos los gobiernos de la región trabajen juntos en la búsqueda de formulas que permitan enfrentar coordinadamente la acción nefasta del crimen transnacional", y manifestó su esperanza de que “este crimen colectivo sea esclarecido", así como su confianza en que el gobierno mexicano "hará todo lo posible para ello".
Antes, en carta enviada al gobierno de México, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), organismo autónomo de la OEA, solicitó información al sobre la masacre, a la que condenó, y reclamó medidas urgentes de protección a los migrantes.
Y en comunicado aparte, la CIDH instó al Estado mexicano “a maximizar sus esfuerzos para investigar estos crímenes y juzgar a los responsables materiales e intelectuales", e hizo un llamado a “adoptar de manera urgente todas las medidas necesarias para proteger a todos los migrantes en su territorio y garantizar el respeto absoluto a sus derechos humanos".

De acuerdo a información oficial emitida este miércoles, elementos de la Marina encontraron el martes pasado decenas de cadáveres – 72, 58 varones y 14 mujeres- en un rancho cercano a la carretera San Fernando-Matamoros del Estado de Tamaulipas, luego de haber sido interceptados e informados del hecho por un sobreviviente de la matanza.
Según investigaciones preliminares, se trataría de un grupo de migrantes provenientes de Centro y Sudamerica de cinco nacionalidades -El Salvador, Honduras, Ecuador, Guatemala y Brasil-, que habrían sido capturados por hombres armados, identificados como presuntos “Zetas”, para extorsionarles cuando se dirigían hacia algún punto de la frontera norte a fin de internarse hacia EU.
Hasta el momento, con presencia de ocho representantes diplomáticos de El Salvador, Ecuador, Honduras y Brasil, las Autoridades han identificados los cuerpos de 31 de los 72 migrantes.
La Procuraduría de Tamaulipas señaló que de los migrantes identificados 14 eran originarios de Honduras, 12 de El Salvador, cuatro de Guatemala y uno de Brasil. Los cuerpos de todas las víctimas fueron trasladados a la ciudad de Reynosa, donde permanecen en una caja refrigerda resguardada por elementos de la Marina, a las afueras de una empresa funeraria.

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32

AÑOS DE AQUELLA PRIMERA

HU E L G A D E H A M B R E
EN 1978


EN LA CATEDRAL METROPOLITA


Hacía poco más de un año que había nacido el Comité Pro Defensa de Presos, Perseguidos, Desaparecidos y Exiliados Políticos de México. Las cárceles estaban llenas de presos políticos, 57 exiliados escribían a sus familias desde Cuba, Italia, Suecia, Francia, con el ánimo de regresar; los perseguidos se escondían de la Furia de la Dirección Federal de Seguridad, de la Brigada Blanca y del Ejército….. Los desaparecidos… ¡Ni rastro!… Y………

Decidimos hacer una huelga de hambre en la Catedral de México, a un costado del Palacio Nacional, símbolo del Poder, para entonces hacernos notar, sacudir a la opinión pública nacional y de paso lograr que nuestra queja cruzara las fronteras.


Y decidimos iniciarla el 28 de agosto de 1978 a las 11 de la mañana.


Después de la amenaza: “O se quitan o las quitamos”. Decidimos retirarnos el día 3l a las 9 de la noche. Nos fuimos cabizbajas y dolidas ante tanta injusticia, pero con la convicción plena de seguir luchando HASTA ENCONTRARLOS, como decía la manta con la que iniciamos el ayuno.


Al día siguiente, el presidente se vio obligado a enviar a la Cámara de Diputados una iniciativa de Ley de Amnistía que daría la ansiada libertad a 1,500 presos políticos; que dejarían de cumplirse 2,000 órdenes de aprehensión y que haría que pudiesen regresar los exiliados… sólo para nuestros desaparecidos nada había.


Hoy las desapariciones de personas continúan y no se ha castigado a ningún funcionario por la desaparición de personas. Para muchos, el escuchar que “levantaron”, “secuestraron”, “se llevaron”…es algo “normal” de la vida cotidiana. Pongamos un alto a las desapariciones de personas y sumémonos a las acciones que impulsa el Comité ¡EUREKA¡ y otras organizaciones de familiares y amigos de los DESAPARECIDOS, pues a todos nos hacen falta.


Por todo esto, este sábado 28 de agosto de 2010, conmemoramos aquella nuestra primera huelga de hambre para refirmar nuestro compromiso de seguir luchando hasta encontrarlos, para que se haga justicia y se castigue a los culpables.


A LAS DOCE HORAS EN LA

ACERA FRONTAL DE LA CATEDRAL METROPOLITA


¡NINGÚN DESAPARECIDO MÁS!


¡POR UNA NUEVA LEY DE AMNISTÍA!


¡COMITÉ ¡EUREKA!


¡Vivos los llevaron! ¡Vivos los queremos!

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Dónde estamos? ¿Hacia dónde vamos?

Guillermo Almeyra

Como es sabido, si ante una escalera que desciende uno hace los movimientos necesarios y, en cambio, para subir los peldaños pierde pie, se desbarranca y se rompe el cuello. Igualmente, en política, es esencial ver en cuál fase estamos para determinar con realismo qué deberemos enfrentar y qué podremos hacer.

La crisis actual del capitalismo es la más profunda y vasta jamás conocida, pero es también la primera en la que está ausente una fuerza que luche por una alternativa al sistema. Esta es, en efecto, la primera gran crisis sin socialistas que enfrenta sólo luchas locales defensivas, desesperadas, en los países europeos. El valor y la persistencia de los trabajadores griegos no ha despertado solidaridades ni ha podido modificar las medidas draconianas que el capital financiero mundial impuso a la socialdemocracia griega, obediente y servil. No ha bastado tampoco que la desocupación juvenil en Italia y en Francia llegue a 40 por ciento para imponer movilizaciones y una huelga general, que las direcciones sindicales españolas comunistas y socialistas han postergado por meses para demostrar su voluntad de ceder todo lo que les sea posible. Por otra parte, en Estados Unidos el único movimiento de masas democrático y defensivo es el de los inmigrantes indocumentados. Y ni en Rusia ni en Europa oriental, a pesar de la caída de los ingresos y de los efectos sociales de la crisis (que ha potenciado, por ejemplo, la trata de blancas), han habido movimientos sociales importantes.

El capitalismo quiere salir de la crisis con su tasa de ganancia intacta aumentando la edad para jubilarse (aunque así cierre cada vez más el acceso al trabajo a los jóvenes y precarios), robando sus contribuciones a jubilados y pensionados, reduciendo los salarios reales (aunque eso disminuya también el consumo masivo y la construcción de viviendas), desplazando las empresas donde los salarios son menores y no hay resistencia sindical (como en China y en Europa ex socialista), implantando cada vez más leyes liberticidas y anulando conquistas históricas, como la jornada de ocho horas o la protección del trabajo femenino o infantil.

Como el capitalismo no cae por sí solo, está recomponiendo su equilibrio volviendo a finales del siglo XIX, porque no enfrenta gran resistencia y no tiene miedo a una explosión social, que nadie prevé ni prepara, ni está en la conciencia y en el orden del día de sus víctimas. Sus dos armas principales son la división étnica, cultural y nacional de los trabajadores, resultante de enormes migraciones, factor que traba una respuesta unificada al enemigo común, y las muy desprestigiadas pero aún existentes direcciones burocráticas sindicales, preocupadas por mantener sus privilegios y convencidas de que aún hay espacio para negociar con los capitalistas, que van por todo.

Sin la presencia activa de los trabajadores de Europa y Estados Unidos la lucha contra el capital financiero adopta en algunos países sudamericanos (Venezuela, Bolivia, Ecuador, Honduras) la forma de movimientos nacionales y nacionalistas policlasistas masivos, dirigidos por algunos sectores radicalizados de las clases medias. En esos movimientos que unen un proceso de descolonización, la búsqueda de la igualdad entre las etnias, el odio a la alianza entre la oligarquía local y el imperialismo, y un fuerte deseo de integración social y de modernización del país, la vaga e indefinida reivindicación del socialismo del siglo XXI expresa que nadie quiere repetir la experiencia burocrática totalitaria del estalinismo y por eso busca otro socialismo democrático y pluralista, pero también que nadie tiene claro qué entiende por socialismo, a no ser que eso signifique una política de independencia nacional, la extensión de los derechos democráticos y una redistribución de los ingresos estatales. Las grandes huelgas en Bangladesh, por su parte, son un inmenso ¡basta! a los sufrimientos de las textiles, pero no plantean ninguna reivindicación antisistémica.

Estamos, pues, en uno de los momentos más negros de la historia humana, sufriendo la iniciativa y la ofensiva del imperialismo debilitado, pero que quiere salir de su crisis y evitar una catástrofe social interna mediante una guerra contra los trabajadores y con la aplicación de medidas bélicas de envergadura que amenazan la existencia de la civilización y de sus bases naturales.

Como sostén para la esperanza contamos, sobre todo, con la posibilidad de que se extiendan y generalicen las huelgas en China, que han obtenido grandes aumentos de salarios y derechos para los obreros. La conquista de una posición de fuerza por los trabajadores de ese país, la creación de sindicatos independientes o de comités de fábrica podrían acabar con la superexplotación de la población y del ambiente. China podría dejar de ser productora de chatarra barata sobre la base de salarios de hambre y condiciones de trabajo infames. Eso repercutiría en todo el mundo. Pero, aunque hay que hacer todos los esfuerzos para que los trabajadores chinos comiencen a tener conciencia proletaria, este proceso sólo está en sus comienzos.

Mientras tanto, lo posible es unir y coordinar las luchas defensivas, desarrollar la solidaridad con ellas para crear conciencia colectiva y, sobre todo, hacer un balance de por qué el socialismo real no sólo no era socialismo sino que era antisocialista, y es indispensable recuperar todo lo que en el marxismo sigue siendo válido. Hay que elevar la lucha de ideas. No puede haber socialismo sin grandes movilizaciones y luchas, pero este sistema no es un mero producto de ellas sino de la comprobación, en la acción, por parte de grandes masas de trabajadores, de que el análisis del capitalismo y las propuestas programáticas socialistas son factibles.