Astillero
Achicar
Política de miniatura
Cateos militares
o hay que achicarse, recomienda desde el mundo de las miniaturas el jefe formal de las instituciones liliputienses, mientras en la Chihuahua de pueblo mártir las venganzas y amagos de los narcos sin cargo ni credencial pública llegan hasta el convoy del gobernador priísta que apenas tomó nota del mensaje mortal que le enviaron y de inmediato atribuyó el incidente sangriento a un altercado vial, como si a cualquiera le fuera dado enfrentar a tiros a los choferes arbitrarios de los poderosos que por donde transitan van desplegando muestras de abuso y prepotencia. Un escolta muerto y otros heridos en el incidente que toca a otro gobernador, como en el pasado detonaron granadas a unos metros de donde el michoacano regente del mercado local daba el verdadero Grito.
Los altercados viales
se multiplican, como en la mancillada Ciudad Juárez, donde el grupo dominante de capos ha hecho que se retiren del cargo los jefes policiacos municipales que no son de su contentillo, amenazando con asesinar agentes de a pie mientras la ruleta de las designaciones no caiga en una de sus fichas compradas. Entidad norteña que pareciera abandonada por los poderes federales, convertida en diario escenario de crímenes sin castigo, mientras el resto del país se entera de sus desgracias como si sucedieran en latitudes extrañas. Ironía de la vida que el estado histórico, plataforma de lanzamiento y sostenimiento de las acciones revolucionarias verdaderas del siglo pasado, tenga hoy en sitiales directivos de las cámaras federales a políticos que nada hacen por defender verdaderamente a sus paisanos. Ni el Maderito senador panista que, conforme permite que lo conozcan, más empequeñecido políticamente se exhibe, ni el diputado priísta César Duarte, de similar talla política breve. ¡Chihuahua: ni un chihuahuense en los primeros niveles políticos del país que sea capaz de hacer por su terruño algo más que discursillos oportunistas y declaraciones intrascendentes!
Ponerse en los zapatos del pueblo, pide Felipe el chico a los miembros frívolos de su gabinete siempre vestido de marca. Sugerencias pedestres para ver si mediante pedagogía del calzado los secretarios que creen pisar el cielo van entendiendo el sufrimiento de los mexicanos
. Discurso sentimentaloide que no tiene asidero en la realidad despilfarradora de quienes a cuenta del erario se dan la gran vida y aseguran mediante actos de corrupción la vida desahogadísima de varias generaciones de sus familiares.
Achicado también está el peso, cada vez más devaluado frente al dólar, que ayer pasó la barrera de los 15. La despensa familiar continúa reduciéndose, luego de décadas en las que se hizo creer a los críos que en ella se resumían la fortaleza de la casa y el futuro promisorio garantizados a partir de la existencia de miles de millones de dólares que ahora están siendo utilizados para contener
los apetitos de los especuladores que ayudan a sus empresas locales y a sus matrices extranjeras con cargo a las remesas cotidianas que son puestas a la venta a compradores no conocidos sin que mengüe la carrera cambiaria desfavorable para el peso.
No achicarse, promueve con sentido pronominal el aterido conductor formal del Titanic nacional, sin enterarse de que, en realidad, lo que debería hacer es convocar a la solidaridad en la tarea de achicar, es decir, de extraer el líquido de una embarcación que se está hundiendo. ¡Aguas!
Astillas
De varios lugares del país llegan correos denunciando que el Ejército ha pasado a una fase más agresiva en la llamada guerra contra el narcotráfico. En especial, se menciona que los militares catean casas sin orden judicial, violan cerraduras y siembran el miedo en colonias urbanas y en poblados rurales. De entre los casos citados destaca lo sucedido en la colonia La Durangueña, de Torreón, Coahuila, donde los soldados entraron casa por casa hasta que encontraron los explosivos robados días antes a una empresa particular de Ciudad Lerdo. Similar operación se habría realizado ayer en Tlahualilo, Durango. La letra constitucional y el estado de derecho van quedando cada día más difuminados, en razón de estas acometidas bélicas...
Sinaloa también hierve, pero el gobernador priísta del estado, que es una especie de corcho al que le pagan para que navegue en lo alto de las aguas narcodominadas fingiendo que es un pato, no ha encontrado mejor tema de litigio público que la defensa del cantante de banda Julio Preciado, que en estado volátil destrozó en semanas anteriores el himno nacional en la inauguración de un torneo internacional de beisbol. Fue un problema de audición, de sonido, alega el góber-pato...
Un lector que conoce de estas cosas informa que las compañías harineras para la industria de la tortilla se quejan de que ya no tienen subsidio del gobierno, y por ello han decidido que en lugar de aumentarle 50 pesos por mes a la tonelada de las marcas económicas, como Maseca, ahora han subido 100 pesos, de enero a febrero, y para marzo se anuncia que de 5 mil 100 pesos por tonelada pasará a 5 mil 250 (Minsa cuesta casi 5 mil 500 pesos). Con esos aumentos, evidentemente se encarece el precio de la tortilla y con ello muchos otros productos básicos
...
Luis Erasto Flores dice que es militante de Antorcha Campesina y que seguirán luchando por la liberación de los presos políticos de Querétaro por el asunto de control del agua comunal en La Piedad, muncipio de El Marqués, en Yunquétaro. Dice el antorchista que su organización es un contrapeso para el gobierno espurio
y que en mayo próximo celebrarán un aniversario más con una concentración en el Estadio Azteca... Y, mientras la desesperación lleva a los adversarios de López Obrador a tratar de enderezar el tema de la corrupción de una cárcel de Cancún contra López Obrador, pretendiendo embarrarlo del tinte de narcotráfico que hoy está sirviendo, entre otras cosas, para disimular asesinatos y agresiones, ¡hasta mañana, en esta columna que no fue nombrada consejera de Pemex!
Luego se supo que el secretario de Gobernación había protagonizado un escandaloso conflicto de intereses cuando era presidente de la Comisión de Energía de la Cámara de Diputados, y después, cuando ocupaba el cargo de subsecretario del ramo, y no tuvo empacho en firmar, como representante de las empresas energéticas de su familia, contratos jugosos con el gobierno federal. El escándalo neutralizó de inmediato al funcionario y la Secretaría de Gobernación quedó acéfala por largos meses, porque se había hecho evidente que Juan Camilo Mouriño carecía de la solvencia moral para hacerse cargo de la gobernabilidad del país. Los únicos que no se enteraron fueron el propio Mouriño y su jefe inmediato, Felipe Calderón, quienes continuaron en la creencia de que el primero seguía al frente de los asuntos en el Palacio de Cobián. De hecho, la simulación persistió hasta el día de su muerte, prematura, por desgracia, y el episodio fue rematado por la erección de una estatua discursiva, y forzosamente efímera, en memoria del difunto.
Se ha tenido noticia, también, de un gobernador que saca decenas de millones de pesos del erario para destinarlos a la construcción de iglesias de su preferencia y que, cuando es descubierto con las manos en la masa, manda a las voces críticas a chingar a su madre; de otro que ordena taladrar una pirámide milenaria para fijarle aditamentos de bailarina de Las Vegas; se ha sabido de un secretario de Seguridad Pública que se rodea de un equipo de infiltrados del narco sin por ello perder su santidad personal. Estas revelaciones, que en la tierra prometida de la democracia desembocarían en la renuncia inmediata o la remoción rápida de los protagonistas, en el sistema político mexicano son neutralizadas por el poderoso blindaje facial de los gobernantes que en lenguaje llano se llama cara dura.
El episodio más reciente es el del secretario de Comunicaciones y Transportes, Luis Téllez, quien, en una conversación privada, reveló que su ex jefe Carlos Salinas se había clavado la mitad de la partida secreta asignada a la Presidencia. Cuando la plática se hizo pública, Téllez no confirmó el señalamiento pero tampoco lo negó, sino todo lo contrario: se hizo bolas. Quedó, eso sí, exhibido como un hombre de deslealtades cruzadas; fue desleal con Salinas, por chismear sobre sus raterías; fue desleal con las instituciones, por no ponerlas al tanto de lo poco o mucho que sabía al respecto; es desleal con el país porque, sabedor del saqueo rutinario de las arcas públicas por parte de los gobernantes de primer nivel, opta por callarse y seguir habitando las esferas de ese poder depredador, y es desleal incluso con su patrón actual, porque sabe perfectamente que se ha vuelto un lastre político para un gobierno de por sí desprestigiado y descompuesto.
No hay mucho que agregar sobre Salinas, quien sigue empeñado en desodorizar su paso por el poder, en borrar las huellas de sus uñas en el erario –crucen la conversación de Téllez con la agria polémica entre los hermanos Adriana y Raúl, divulgada hace unos años, en torno al origen y la posesión de aquellos célebres dineros depositados en Suiza–, en apostar a la amnesia social y en venderse como un hombre propositivo y bien intencionado.
Conforme se agravan las tropelías de los personajes del poder, se solidifica el pegamento de complicidad que los mantiene inamovibles en un muégano gobernante que da abrigo, además, a una extensa nomina de ex funcionarios (Salinas, Zedillo, Fox & Bribiesca, Gil Díaz...) y se manifiesta, hacia la sociedad, como un blindaje facial a prueba de bombas atómicas. Todos tienen mutuas colas que pisarse, conversaciones que revelar, munición para el escándalo: si Téllez sabe lo que sabe de Salinas, hay que imaginarse lo que le conocerá a Calderón. Parece razonable suponer que, al igual que Marín, que Ruiz, que González Márquez, que Peña Nieto, que García Luna, que Mouriño, se mantendrá (y será mantenido) en el cargo que detenta. Hagan sus apuestas.
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