Objetividad y pluralidad son valores importantes del periodismo moderno, pero los mexicanos sabemos, desde hace décadas, que Televisa sólo enarbola estos valores para defender sus intereses y hacer las coberturas más sesgadas, engañar, mentir y emprender campañas de difamación y hasta de odio. Así lo hizo con el movimiento estudiantil de 1968, con los movimientos sindicales desde la década de 1960 hasta la fecha, con el fraude de 1988, con Manuel Clouthier, con el cardenismo, con los zapatistas, con López Obrador, con el fraude de 2006, con el movimiento de Atenco, con las luchas del pueblo de Oaxaca.
Este breve recuento hace evidente que en Televisa no caben las voces disidentes, ya no digamos “todas las voces de la sociedad”. En Televisa nunca han cabido las voces disidentes.
A lo largo de su historia, Televisa ha operado como un vocero del poder instituido y ha sido el más servicial de los soldados del presidente, repitiendo de manera insistente lo que el Estado quería que se dijera. Televisa nunca ha tenido el valor de defender la verdad, y la libertad de expresión le vale. Por todo lo anterior, podemos afirmar que Televisa no tiene el valor, que a Televisa le vale…
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