El zapatazo contra Bush Valerosa resistencia civil
Por: Edgar González Ruiz
Durante una conferencia de prensa en Iraq, el pasado 14 de diciembre de 2008, el periodista Muntadhar al-Zeidi, de un canal de televisión independiente, le lanzó un par de zapatazos a George Bush.
Este último, el peor y más criminal presidente que ha tenido Estados Unidos, un exdrogadicto convertido en fanático religioso, masacró al pueblo iraquí, y a los de otras naciones, para apropiarse de sus recursos naturales, escudándose en un supuesto mandato de Dios para luchar contra el terrorismo.
Con su acción, que expresa el sentir de gran parte del mundo, y sobre todo de quienes han sufrido directamente las agresiones de Bush, el periodista árabe ha pasado a ser un héroe planetario al defender a su país, con iniciativa e ingenio, escudado sólo en su patriotismo y en su valentía, y a costa de su propio bienestar e integridad.
En Iraq, miles de personas salieron a la calle para solidarizarse con Al-Zeidi, exigiendo la libertad del héroe que se enfrentó a Bush y le demostró la indignación que se tiene en Iraq por su invasión de marzo de 2003.
Y a los muchos crímenes que ha cometido Bush, no sólo con sus guerras de agresión, sino incluso contra su propio pueblo, se suman los abusos y torturas que ha sufrido el heroico periodista que se atrevió a defender públicamente a su país frente al genocida presidente de EU.
El periodista se encuentra injustamente encarcelado en una prisión militar, y sus familiares y colegas han denunciado que ha sido sometido a malos tratos, golpes, al grado de que el comunicador tiene varias fracturas, fuertes golpes en el rostro, así como heridas en los brazos y en un ojo.
En contraste, en Irak y en todo el mundo, las autoridades títeres y los empresarios voraces que lucran con los sufrimientos del pueblo y con los recursos de las naciones, gozan de todos los privilegios del poder y de la riqueza.
Es decir, estamos viviendo una nueva lucha de clases, donde quienes no tienen otras armas que sus ideas y su valor toman la iniciativa en la resistencia contra los dueños del poder.
Lo ocurrido en Bagdad, donde el heroico periodista hizo lo que millones habríamos querido hacer, ha tenido su paralelo en otras naciones, donde gente del pueblo, de gran valor e iniciativa se atreve a enfrentarse al poder, incluso en forma solitaria, afrontando las consecuencias, y sin tener otra recompensa sino el haber actuado conforme a sus convicciones.
En México, por ejemplo, ha habido un movimiento de resistencia civil pacífica contra el fraude electoral perpetrado en 2006 por el PAN, los empresarios y la jerarquía católico, mientras que los políticos y todos aquellos que tienen intereses que defender, se han ido acomodando a las circunstancias.
Más aún, en 2007, la señora Julia Klug protestó directamente contra el abusivo y reaccionario cardenal Norberto Rivera, quien pretendió encarcelarla, recurriendo a la jauría de abogados que tiene a su servicio. Finalmente, la estrategia clerical no prosperó, y en 2008 Klug fue propuesta por algunos ciudadanos para el premio Belisario Domínguez, que se otorga como estímulo al valor civil, y que los políticos no quisieron brindarle a la valiente defensora del estado laico.
También en 2008, un joven y brillante estudiante que recibió un premio de manos del presidente espurio, el derechista Felipe Calderón, Fecal, lo increpó en la respectiva ceremonia, dejando así patente una inconformidad popular que los llamados "grandes medios", dominados por intereses económicos, no se atreven a expresar.
En Perú, el periodista independiente Herbert Mújica ha lanzado el equivalente del zapatazo contra Bush, a la poderosísima empresa LAP, que controla el aeropuerto de Lima, y que ha crecido a base de la corrupción y la estafa. Recurriendo al dinero para oponerse a la verdad y a la integridad, e incapaz de responder a las críticas de Mújica, dicha empresa ha amagado al valiente comunicador con varias demandas penales con lo que quiere instituir una ley mordaza en beneficio de los empresarios tramposos.
En diferentes latitudes, el camino marcado por Muntadhar al-Zeidi, por Klug y por Mújica, entre otros, es la vía correcta, congruente con las convicciones éticas y única vía posible en la lucha contra la plutocracia y el fundamentalismo.
Hasta ahora, se ha tratado de casos aislados, porque es un camino arriesgado y oscuro, que no conduce al enriquecimiento, ni a ganar posiciones influyentes en los gobiernos; no es la vía de los convenencieros, sino que exige sacrificios y supone desdeñar el bienestar personal, lo cual para muchos es punto menos que inconcebible en el mundo capitalista.
Por eso, aunque seguramente muchos periodistas piensan como Al-Zeidi, ninguno de los demás que estaban en la conferencia de prensa con el criminal Bush, se atrevió a solidarizarse, sea con imprecaciones contra el invasor, o lanzándole también sus zapatos; tuvieron miedo de perder su trabajo, de los golpes y de las represalias del genocida y de sus cómplices, y esa reacción es tan humana, que hasta cierto punto no se les puede reprochar, pero el hecho es que la cobardía de los débiles, propicia los crímenes de los fuertes.
Ni los gobiernos criminales como el de Bush o el de Fecal, ni la jerarquía católica, ni los empresarios bandidos, por poderosos que sean, podrían soportar los ataques directos, los actos de resistencia, que se lleven a cabo sistemáticamente en los diferentes espacios públicos, en ceremonias oficiales, en programas de televisión y radio con participación abierta, así como en la Internet, que es el único medio de comunicación donde hay una completa libertad de expresión.
Bush debe pagar por sus crímenes, así deberíamos exigirlo en todo el mundo, y plantearlo también en los actos públicos que encabece Obama, su sucesor, así como encontrar los medios de expresar nuestra solidaridad con Muntadhar al-Zeidi. Como éste último mostró, lo menos que podemos decirle al criminal Bush es "Adiós perro
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