jueves, 12 de junio de 2008

■ Una frontera fortificada no es un factor disuasivo, afirma el académico Wayne Cornelius

Fracasa modelo para disminuir flujo de indocumentados: expertos de EU

■ Construcción de muros y contratación de más agentes fronterizos han tenido resultados nulos, dicen

■ “Sólo una reforma integral” y apoyos a zonas que expulsan migrantes en México frenará el éxodo

David Brooks (Corresponsal)

Indocumentados esperan ser deportados desde Estados Unidos hacia Tijuana, en imagen de archivo Indocumentados esperan ser deportados desde Estados Unidos hacia Tijuana, en imagen de archivo Foto: Ap

Nueva York, 11 de junio. La construcción de muros, multiplicar las fuerzas de la Patrulla Fronteriza, desplegar la Guardia Nacional para fortalecer la frontera con México como estrategia para disminuir y controlar el flujo de indocumentados ha tenido resultado nulo, afirman expertos aquí.

Solamente esta semana, el secretario de Seguridad Interna, Michael Chertoff, repitió con triunfalismo los avances en implementar la estrategia fronteriza y sus grandes resultados. “Creo que hemos avanzado dramáticamente”, dijo, y pronosticó una “frontera asegurada” para 2011, sino es que antes.

Al señalar que ya se han construido casi 330 millas del muro de 670 millas que esperan acabar a fines de este año, el incremento del número de agentes de la Patrulla Fronteriza en más de 5 mil desde 2002 para llegar a un total de 16 mil 471, y otras medidas, además de nuevas operaciones de fiscalización de detenidos que cruzan la frontera, afirmó que “hemos visto reducciones significativas” en el flujo y en operaciones de transporte ilícito de migrantes.

Agregó que “si vemos las detenciones (en la zona fronteriza), existe una reducción constante desde el tiempo en que iniciamos estas iniciativas hasta el presente”.

Pero la estrategia tan elogiada por el gobierno de George W. Bush ha fracasado, según las conclusiones de una amplia investigación basada en estudios de campo, entrevistas directas con los inmigrantes mexicanos y los análisis de los datos oficiales realizada por el Centro para Estudios Comparativos de Migración de la Universidad de California, en San Diego, bajo la dirección de Wayne Cornelius, uno de los expertos más destacados de la migración y la relación bilateral.

Desde 2006, el gobierno ha informado que se desplomó el número de detenciones en las zonas fronterizas. Cornelius señaló que a Bush “le gustaría que creamos que es resultado de sus políticas”, pero explicó que la evidencia señala que son otras las razones de este cambio en el número de detenciones, que tiene que ver con cambios en las formas de migración y las condiciones económicas.

Cornelius y su equipo descubrieron que aunque nueve de cada 10 migrantes consideran que es “muy peligroso” cruzar la frontera sin documentos, y un cuarto de ellos conocen a alguien que ha muerto en el intento, esto no resulta en la decisión de no migrar de manera clandestina.

Aun más: aunque podrían haberse incrementado las detenciones de inmigrantes al cruzar, finalmente entre 92 y 98 por ciento de éstos, inicialmente detenidos, logran ingresar exitosamente en el mismo viaje. Por todo esto, resumió Cornelius en teleconferencia esta semana, “una frontera fortificada no es un factor disuasivo para los que buscan migrar”.

La “pista de obstáculos” que se ha construido en la frontera en los últimos años no ha cambiado el patrón del flujo, ya que la “tasa de éxitos” sigue siendo casi la misma hoy que antes de 1995, cuando se iniciaba la estrategia de fortalecer la frontera, y no se registra una diferencia apreciable en estos flujos transfronterizos, explicó.

Cornelius y su equipo dicen que el principal factor para elevar o reducir los flujos migratorios no tiene nada que ver con muros y la migra, sino con las condiciones del mercado laboral estadunidense. “Estos flujos responden a los cambios en las condiciones económicas en Estados Unidos y no a las decisiones políticas de este país”, subrayó el experto.

Pero las medidas fronterizas sí han tenido impacto en las dinámicas y formas de esta migración. Por ejemplo, al crear condiciones más difíciles para los cruces clandestinos, hoy se calcula que cuatro de cada cinco indocumentados utilizan los servicios de coyotes para ingresar a Estados Unidos, lo cual eleva la tasa de éxitos.

Pero al incrementarse la demanda de esos servicios, también lo hacen los precios. La cuota promedio para los servicios de un coyote en 1995 era de 978 dólares; en el periodo de 2005 a 2007 subió a 2 mil 100, como resultado directo de una mayor seguridad fronteriza –o sea, las políticas de Washington han beneficiado directamente a redes dedicadas al transporte ilícito de personas.

Además, las nuevas medidas han tenido impacto en la mortalidad de migrantes que buscan cruzar clandestinamente, sobre todo al ser forzados a pasar por terrenos inhóspitos. En promedio, unos 500 migrantes mueren cada año en el intento de cruzar y más de 4 mil 700 han fallecido desde 1995 hasta ahora –y éstos incluyen sólo a quienes han sido identificados.

Por otro lado, las nuevas medidas han convertido lo que era un flujo tradicional de idas y vueltas (circular) en una sola vía; las dificultades para cruzar tienen el efecto de “embotellar” a más de este lado, y ahora permanecen aquí durante periodos mucho más extensos o deciden establecerse y traen a sus familias.

Con ello, dejan abandonados a sus pueblos y con el paso de tiempo envían menos apoyo ya que “mientras más tiempo un inmigrante permanece en Estados Unidos, menos remesas envía”.

Las investigaciones del centro fueron realizadas con miles de entrevistas a migrantes en cuatro estados entre 2005 y 2008. A la vez, se analizaron datos demográficos y estadísticas oficiales sobre el flujo para elaborar conclusiones.

Estas investigaciones fueron presentadas esta semana a legisladores federales y a los medios de comunicación en una teleconferencia presentada por el Immigration Policy Center en Washington. (El resumen del informe está en www.immigrationpolicy.org/ bajo Border Challenges; para visitar el centro: www.ccis-ucsd.org/).

Todo esto, dice Cornelius, lleva a la conclusión que “sólo una reforma migratoria integral” que incluya componentes de una eficaz aplicación de las leyes migratorias en sitios de trabajo, mayores oportunidades de ingreso legal como programas de trabajadores huésped, legalización de la población indocumentada y mayor apoyo a México para desarrollar sus zonas expulsoras de migrantes podría lograr una reducción y un control real de la migración clandestina.

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