■ El organizador del grupo dijo ante la PGR que sólo sabía del mismo por las noticias
El halconazo, historia de represión, cinismo y mentiras se mantiene impune
■ Magistrada afirmó que en 1985 prescribieron los delitos que se cometieron el 10 de junio de 1971
Imagen que desnuda el ataque con armas de fuego contra jovenes que participaban en una marcha Foto: archivo de Paco Ignacio Taibo II
Panorámica de la agresión contra centenares de estudiantes en la calzada México-Tacuba Foto: archivo de Paco Ignacio Taibo II
Días después de la matanza ocurrida el 10 de junio de 1971 en la ciudad de México, el coronel Manuel Díaz Escobar, entonces subdirector de Servicios Generales del Departamento del Distrito Federal, compareció ante la Procuraduría General de la República (PGR) para declarar en torno a lo que se conoció como el halconazo o Jueves de Corpus, y afirmó que “como cualquier ciudadano, por medio de la prensa supo de la existencia de personas a quienes la imaginación popular los ha denominado halcones, pero en caso de existir, no tenían nada que ver con la oficina a su cargo”; sin embargo, el militar era nada menos que el jefe máximo de ese grupo desde 1966.
El 10 de junio de 1971, centenares de estudiantes fueron atacados a tiros por paramilitares en la calzada México-Tacuba para evitar que se movilizaran en demanda de la liberación de presos políticos, la derogación de la Ley Orgánica de la Universidad Autónoma de Nuevo León y para exigir la desaparición de los grupos porriles en escuelas de educación media y superior, entre otras cosas. Fue la primera gran movilización estudiantil luego de la matanza del 2 de octubre de 1968 en Tlatelolco. Era el periodo presidencial de Luis Echeverría Álvarez y en la regencia del Distrito Federal estaba Alfonso Martínez Domínguez.
El ex regente, quien falleció en noviembre de 2002, negó tener conocimiento de la existencia de los halcones, pero el 23 de junio de 1971, la Dirección Federal de Seguridad detuvo a un ex halcón y logró obtener además de 50 credenciales de estudiantes presuntamente atacados por integrantes de ese grupo, dos tarjetas en las que Díaz Escobar habría retransmitido las órdenes de Martínez Domínguez.
Según consta en documentos que hoy están en el Archivo General de la Nación bajo el registro 2438, el contenido de las tarjetas fue: “Nota: la siguiente remesa, recomienda el señor regente aplicar todo el rigor del tratamiento, se trata de cabecillas. P.D.T. Para escarmiento hagan(lo) frente a los demás detenidos.
“Francisco Pruneda Romero, Héctor Enrique Olivera Nolasco, Mauro Pérez Martínez. Detenidos Vocacional 1 (Inguarán). Puestos en libertad después de darles obsequio.”
Según las constancias documentales de este tema que hoy existen en el Archivo General de la Nación y de las cuales La Jornada tiene copia, desde el 23 de junio de 1971 la PGR, a cargo Julio Sánchez Vargas, supo por un reporte de la Dirección Federal de Seguridad que Díaz Escobar, El Maestro, era el jefe de los halcones, pero nunca actuó en su contra.
El 18 de junio de 1971, personal de la PGR acudió a la Subdirección de Servicios Generales “A” del Departamento del Distrito Federal (DDF), a fin de tomar declaración ministerial al coronel Manuel Díaz Escobar, titular de esa área.
Desde el inicio del proceso el militar negó “terminantemente la existencia de algún cuerpo o grupo con propósitos o finalidades como las que motivan esta diligencia (la matanza del 10 de junio).
“Para los efectos de la averiguación, desea agregar (Díaz Escobar) que aproximadamente por el mes de julio de 1970, por instrucciones de la persona que era el jefe del DDF en esa época, el general Alfonso Corona del Rosal, se creó un personal de vigilancia para el cuidado y mantenimiento de instalaciones especiales, como el Metro que se iba a inaugurar, numerosas bombas de agua, plantas de tratamiento de aguas negras (...) Que al cambio de la administración pasada, con fecha primero de diciembre de 1970, este personal causó baja, porque estas funciones pasaron a la Dirección General de Policía y Tránsito del Distrito Federal.”
En su comparecencia, Díaz Escobar dijo que si alguna persona de la dirección a su cargo, “con posterioridad a la manifestación concurrió a esa zona, se debió a que en forma sistemática y como es costumbre, después de que ocurre cualquier acto en que necesariamente se genera basura y se ensucia la ciudad, el personal de la oficina de limpia tiene la obligación de limpiar totalmente el área”.
Sin embargo, el cuerpo especial de vigilancia, conocido como halcones, fue creado en 1966, por mandato de Corona del Rosal y siguió actuando durante la gestión de Alfonso Martínez Domínguez.
El 22 de junio, el entonces procurador general de la República Julio Sánchez Vargas ofreció una conferencia de prensa en la que afirmó: “del Departamento del Distrito Federal, las pruebas que he recogido, las declaraciones que me han sido aportadas, el 30 de noviembre del año pasado (1971), dejó de prestar sus servicios en el departamento el personal eventual que se encargaba de la vigilancia de edificios e instalaciones en el DDF. No tengo ningún elemento de prueba de que posteriormente a esa fecha, oficialmente ese grupo haya prestado servicios en el Departamento y después del 10 de junio el grupo o grupos a que hace mención (halcones) han desaparecido, o cuando menos han dejado de actuar”.
Tenía razón Sánchez Vargas, al paso de los días y de manera concreta el 14 de enero de 1972, la Dirección Federal de Seguridad tomó declaración a un halcón, quien narró que Díaz Escobar era el jefe máximo del grupo; que había seleccionado a los 40 mandos para ser capacitados en Francia, Estados Unidos, Inglaterra y Japón, todos ellos ex militares y específicamente ex integrantes de la Brigada de Fusileros Paracaidistas, grupo de donde surgió el general José Hernández Toledo, mando militar el 2 de octubre en Tlatelolco, y también Manuel Díaz Escobar, El Zorro Plateado o El Maestro.
Asimismo, que los “pilares” de los halcones eran militares provenientes de la Brigada de Fusileros Paracaidistas, como Víctor Manuel Flores Reyes, Rafael Delgado Reyes, Sergio San Martín Arrieta, Mario Efraín Ponce Sibaja y Candelario Madera Paz. Todos se convirtieron en instructores del grupo y posteriormente en delincuentes, que al no tener ingresos comenzaron a robar, ya que su último pago lo recibieron el 11 de junio, día en que su jefe les ordenó desmantelar todos los campos de entrenamiento y desaparecer del Distrito Federal.
Varios de los halcones, como algunos de los mencionados anteriormente, fueron detenidos tras robar algún banco o comercio, y relataron, entre 1972 y 1975, su participación en el grupo, en la matanza del 10 de junio y cómo las órdenes provenían desde los más altos mandos del Departamento del Distrito Federal por conducto de Díaz Escobar, y que éste había llegado a ese cargo por orden de Luis Echeverría, desde que fungía como secretario de Gobernación.
El hoy general en retiro Manuel Díaz Escobar cobró salarios hasta febrero de 1973 en el Departamento del Distrito Federal. El día 15 de ese mes fue enviado como agregado militar a Chile.
El juicio relativo al Jueves de Corpus concluyó formalmente el 26 de julio de 2005, luego que la magistrada del quinto tribunal unitario con sede en la ciudad de México, Antonia Herlinda Velasco Villavicencio, negara las órdenes de aprehensión solicitadas en contra del ex presidente Luis Echeverría y el ex secretario de Gobernación Mario Moya Palencia, por el delito de genocidio.
Sin embargo, desde 1985, según esta magistrada, habían prescrito los delitos que en su consideración se cometieron: homicidios y lesiones.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario